Opinión

Réquiem por Don Enrique

“Has sido para mí maestro y mentor, quiero darte las gracias por haberte cruzado en mi camino”

En la mañana del catorce de junio de 2019, a las 9:04 horas, recibí la llamada telefónica de Pepe Amorós, Presidente de la Asociación de Amigos de Santiago, en la que me informó del fallecimiento de D. Enrique Hernández García, el por siempre y sin par Presidente Emérito de la Asociación en defensa de nuestro mejor Patrimonio Histórico Artístico como villeneros, la Iglesia Arcedianal de Santiago de Villena.

Triste noticia la que me trasmitió, no solo para mí, evidentemente para su familia, y también para todos aquellos que lo conocimos, especialmente pienso en los que como yo tuvimos el privilegio de ser sus alumnos de matemáticas allá por el inicio de los años setenta en los Salesianos, para los que fueron sus alumnos en la Universidad de Zaragoza, y no solo en ellos he pensado, también en todos los que lo tratamos en su etapa como ferviente defensor de la Iglesia de Santiago en sus casi dos décadas como  Presidente y máximo adalid del empeño en conservar y poner en valor ese inmueble heredado que nos precede y enorgullece a los villeneros, esta magnífica Iglesia de Santiago.

Cuando un ser querido nos deja se produce un vacío a nuestro alrededor imposible de llenar. Los que ya peinamos canas o, simplemente se nos ha caído el pelo, ley de vida, que ya somos mayores, hemos asistido más de una vez a esta penosa experiencia en la que nos quedamos solos añorando a la persona que se nos ha ido. Es entonces cuando sufriendo sobre nuestro dolor por la pérdida debemos renacer apoyándonos en nuestros buenos recuerdos sobre esa querida persona que ya siempre estará con nosotros cuando la rememoremos. Eso es lo que yo hago ahora y os invito a vosotros a hacerlo también. Rememoremos la presencia de D. Enrique.

Enrique Hernández, profesor entusiasta, trabajador incansable y persona positiva sin par, el Presidente con mayúsculas de la Asociación de Amigos de Santiago, es, y no digo fue, porque mientras esté en mi mente lo seguirá siendo, es una persona importante en mi vida. Decir que siempre me han gustado las matemáticas, y en buena parte es porque tuve la suerte de ser alumno de D. Enrique. Decir que buena parte de mi amor y vinculación por la conservación y puesta en valor de la Iglesia de Santiago de Villena se la debo a D. Enrique gracias a la fecunda y frecuente relación que como profesional y como persona establecimos entre ambos, relación que girando alrededor de la Iglesia Arcedianal de Santiago de Villena, no dejaba de sobrevolar todas aquellas cuestiones que en la vida nos mueven, le hacían vivir.

La familia, los quehaceres profesionales, el bien común, su paso por la Universidad de Zaragoza, la preocupación constante por la mejora de su ciudad, Villena, el trascurrir de los proyectos y obras que pudieran estar en marcha, el planteamiento de estrategias, comunicaciones y visitas con el objetivo de conseguir implicaciones monetarias por parte de las administraciones públicas, ayuntamiento, diputación y consellería, obispado, socios y empresarios, entidades bancarias. A todas la puertas acudió D. Enrique, que se volcó incondicionalmente y sin límites, desde formalizar préstamos y buscar patrocinadores hasta viajar a los centros del poder para reunirnos con políticos y técnicos, insistiendo, insistiendo e insistiendo en la consecución de ayudas públicas y privadas en favor de la conservación de esta nuestra Iglesia de Santiago.

Durante esos años de presidencia D. Enrique con su empeño y determinación consiguió que una buena parte de los ciudadanos de Villena despertáramos a la necesidad de conservar nuestro patrimonio, así como en su día hizo que a algunos de nosotros nos gustaran las disciplinas técnicas que nos impartió como profesor. En estos momentos, siendo presidente Pepe Amorós, cuando aún hay muchas otras intervenciones que realizar, ahora que estamos redactando el Plan Director de la Iglesia Arcedianal de Santiago de Villena, ahora, D. Enrique, tú que siempre me decías que te llamara simplemente Enrique, cosa que no me salía nunca, quiero decirte que haber estado todos estos años relacionándome contigo ha sido de lo mejor que me ha pasado, trasmitiéndome tu positividad y confianza en la consecución del logro continuo de la conservación de este templo que ahora y por siempre te acoge.

Quiero con estas palabras de homenaje a D. Enrique dirigirme a sus familiares y amigos y expresarles mi pésame por la pérdida de su esposo, padre, abuelo, amigo, diciéndoos que era, que es por siempre, una buena persona. Enrique, has sido para mí maestro y mentor, quiero darte las gracias por haberte cruzado en mi camino.

 

En Villena, a 14 de junio de 2019. Tomás Navarro Rodríguez.

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3 comentarios

  1. D. Enrique GRACIAS por tus clases de matematicas y fisica , aun conservo apuntes de ellas. Tu me inclinastes hacia la ingenieria y hacia la enseñanza. Me gustaria que una calle de tu Villena llevara tu nombre.

  2. D. Enrique ha sido uno de los mejores profesores que he tenido, incluyendo mi etapa universitaria. Después, con los años, llegamos a ser buenos amigos y tuve la suerte de compartir horas de tertulia con él.
    Le recordaré siempre con gran respeto y sincero afecto.

  3. Don Enrique, «emparejaba» con gracia las filas de sus alumnos en el patio de los Salesianos de Villena antes de subir a clase y nos enseñaba matemáticas, derrochando un entrañable acento villenero. Recuerdo su elegante forma de sujetar el cigarrillo, ya que entonces les estaba permitido fumar en aulas y patios.
    Con su original método de enseñarnos matemáticas, permitía que tuviésemos los apuntes durante los exámenes, si bien quien no había trabajado previamente la materia, tenía pocas posibilidades de superar la prueba con éxito.
    Formó parte de la histórica «Academia de Las Virtudes», junto a prestigiosos docentes como Don José Cánovas; Don José María Soler; Don Fernando Cortés; Dña. Elisa Valero o Don Aurelio López Tarruella entre otros.
    Acabó sus años de docencia en el también colegio salesiano de La Almunia de Doña Godina (Zaragoza), donde su hijo Enrique continuá como profesor.
    Su entrega, siempre genererosa para con los demás, le llevó desde ejercer altruísticamente como concejal en el Muy Ilustre Ayuntamiento de Villena, hasta su gran iniciativa de los últimos años, «La Asociación de los Amigos de Santiago». Para esta última implicó a varios de sus alumnos, continuadores de la inacabable tarea por él emprendida.
    Constante y voluntarioso, podía ser visto y saludado domingos y fiestas de guardar, siempre acompañado de su inseparable esposa María, en la Eucaristía de las ocho treinta de la mañana en la Parroquia de Santiago. Concluida la Misa, se dirigía apoyado en dos muletas a comprar la prensa en el puesto de Pujalte.
    ¡Descanse en paz nuestro querido «maestro»!.

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