Estación de Cercanías

¿Réquiem por un mirador?

El domingo estuve en el mirador construido en el Vial de la Losilla para contemplar nuestro castillo y su entorno, y viendo en directo la obra que desde el pasado 26 de diciembre lleva denunciando el amigo Santi en su magnífico blog Villenacuentame. Dicen que de los errores aprenden los buenos discípulos, aquellos que creen en la mejora a través de la rectificación, que es humano equivocarse y de sabios rectificar, pero yo me pregunto si el agua de Villena, o el hedor que nos regalan las plantas de basuras, o quizás los bruscos cambios de temperatura que en este pueblo anulan las estaciones transitorias, nos afectan en algo y nos anulan el sentido común para encaminarnos una y otra vez a cometer los mismo errores.
Los encargado políticos, por razones que aparte de las descritas se pueden llamar favores o prebendas de tú me das hoy que yo te daré mañana, y los ciudadanos por permitirlo desde una pasividad que luego nos tiene romanceando años y años a la contemplación de los desafortunados edificios o arreglos, y volvemos a las andadas con un facilidad que me asusta, pues denota una gravísima falta de memoria o lo que es peor, de visión, ante garrafales errores que dañan la vista y empobrecen nuestro entorno y lo que de Villena se podría ofertar, como el importantísimo pueblo que históricamente fuimos.

Hoy he podido escuchar al concejal de Turismo decir que este mirador no es el que debe de ser, pues el Plan Especial del casco antiguo contempla otro un poquito más abajo, esencia villenera 100%, pues donde otras inteligentes localidades verían la lógica del duplica para enriquecer, aquí solo se mira que el primero fue obra del contrario, y nada mejor que anularlo para dejar nuestra impronta… ¡restándonos a nosotros mismos, solo porque lo hicieron otros Y así nos va. Pues cuando por fin se nos revelan unas vistas del castillo, nuestro más preciado monumento, que son la admiración de propios y extraños pues lo enmarcan en un inmejorable paisaje, el suyo natural, el que más lo acerca a como pudo ser años atrás, un enfoque que lo eleva majestuoso sobre su colina, con las casitas a sus faldas en escrupuloso perfil, pues ya se encargan desde el ayuntamiento de hacer cumplir a sus moradores con todas las normas establecidas para que así sea, y como debe de ser, ahora que parecía que por fin se había hecho algo con sensatez y para el orgullo de ser mostrado,¡zas, van y plantean un centro de atención al visitante, del castillo entre otros, que paradójicamente mutila de cuajo su contemplación.

¿Que el castillo se ve? ¡Pues claro! Solo nos faltaba eso, que lo tapasen. ¿A quién de ustedes, que haya podido admirar la Alhambra desde el mirador de San Nicolás, se les ocurriría levantan algo similar en el corazón del Sacromonte? A muy pocos. Pero eso es allí, porque aquí, con tal de construir, olvidamos que el encanto de los paisajes históricos brota de la evocación ,que nos ofrece poder oler, visualizar o percibir tiempos pasados sin que el entorno que los guarda rompa en lo más mínimo esos momentos de retorno a nuestro ayer. Y me apena ver cómo lo que no haríamos en casa vecina lo practicamos en la propia y lo lejos que quedan los días en los cuales Celia Lledó y Jesús Martínez, en la oposición, se partían la voz por una ventana renacentista, de Santiago, reclamando a una empresa privada el retranqueo de 20 metros de fachada. Ahora ellos son la empresa, y el retranqueo está en su mano. Pero seguramente la memoria histórica una vez más será historia.

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