Apaga y vámonos

Revelarse bende

E tenido una rebelación. De repente, sin benir a cuento, he bisto que la Casa de la (in)Cultura ardía en yamas y nadie llorava. Para qué tanto cine, para qué tanta exposición, para qué tanto concierto, para qué tanto libro... para qué tanto gasto en mantener una institución que debería ser ejemplo y guía y sin embargo es todo lo contrario.
No lo puedo evitar. Me jode mucho que no se escriba con corrección. Y más aún cuando se trata de representantes políticos, a los que se les presupone un mínimo de formación, o instituciones públicas, de las que uno siempre espera algo más. Me parece sencillamente incomprensible que la página web de nuestro Muy Ilustre haya tenido durante más de una semana colgada una noticia referente a la mesa redonda celebrada el sábado con el irritante título “¿Revelarse vende?”. ¿Cómo que revelarse? ¿Es que nadie en todo el ayuntamiento se ha dado cuenta de la tremenda cagada? ¿Pero cómo has podido consentirlo, Juan Ángel, con lo puntilloso que eres para con tus cosas?

Y si grave me parece lo anterior, lo que no tiene nombre es que la Casa de la (in)Cultura, a través de los boletines con su programación bimensual así como de su página web, haya contribuido a multiplicar la estulticia repitiendo la gamba y repartiendo unos panfletos que debería comerse uno a uno la persona responsable del desaguisado. Que sois la Casa de la Cultura, coño, no un curso de la ESO.

Señoras y señores del Gabinete de Comunicación y de la Casa de la (in)Cultura: Revelar, con uve, significa “descubrir o manifestar lo ignorado o secreto; proporcionar indicios o certidumbre de algo” o, si hablamos de fotografía, “hacer visible la imagen impresa en la placa o película fotográfica”. Por el contrario, rebelar, con be, quiere decir “sublevar, levantar a alguien haciendo que falte a la obediencia debida, oponer resistencia”. ¿De qué pensabais que iba la charla? ¿Os molestasteis en comprobarlo? Mejor no responder, que igual cometéis otro error al escribir “No”.

En fin… desahogado uno, me gustaría hablaros de otra situación contra la que habría que rebelarse y revelarse, las dos cosas a la vez, porque me parece una injusticia y una muestra más de la hipocresía rampante que caracteriza a nuestros tiempos: Quien siga a través de los medios los partes de actuación de nuestra Policía Local habrá notado que últimamente se está incautando “mucho” hachís. El problema es que, salvo alguna honrosa excepción, apenas se les ha tosido a los camellos, sino que, tal y como le pasó el otro día a un amigo que iba tan pancho caminando por la calle (sin fumar ni nada que se le parezca), se está abordando y registrando a los ciudadanos por las buenas mediante patrullas formadas hasta por cuatro agentes (y el resto del pueblo “desprotegido”, añado).

Ya sé que pedir la legalización de las drogas es inútil. También que pedir que se persiga a los verdaderos delincuentes, esos que campan a sus anchas en La Pedrera y el Barrio San Francisco, viene a ser igual de inútil. Pero si no es mucho pedir, estimados defensores del orden y la ley, dejad a los ciudadanos decentes en paz y haced algo con esa banda de macarras que día sí y día también están molestándonos a todos en la plaza de las Malvas y la de Santiago, lugares donde se emborrachan, fuman hierba y lo que no es hierba, roban a los repartidores de los bares y algún bolso que otro y viven la mar de felices porque la poli ni se inmuta. ¿Sabéis de quién hablo o también os lo tengo que explicar?

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