Revista de Verano: las cosas del calor
Realmente todavía ando un poco hechizado después del concierto de Félix Rossy en la VoWeek del Club de Jazz de las Mil Pesetas en su celebración del vigésimo aniversario, pero esa no es excusa para no volver esta semana a contarles que por el momento no he probado caracoles como los de mi tía Isabel o que continúo inevitablemente enganchado semanal y sensualmente a esas ostras que Miguel Ángel ofrece en sus La Mar de Rico. Y es que es verano y como el resto del año Villena no da un segundo de tregua a navegantes. Quizás un poco ahora, en la segunda quincena de julio, pero solo para tomar carrera para afrontar un agosto que cubre hasta el último segundo.
Mientras resulta que ya tenemos presidenta en el Congreso y presidente en el Senado, y ahí sigue Ciudadanos en su papel de quien ha perdido la partida pero no puede evitar ponerse impertinente/repelente indicando lo que tienen que hacer a quienes siguen en el juego. Resulta un poco como lo del PSOE villenero cuando, una vez presentados los presupuestos, sacan un comunicado diciendo que han hecho caso a sus propuestas, como si a nadie se le hubiera ocurrido salvo al PSOE que es necesario invertir en la Rambla Conejo, por ejemplo. Me recuerda un poco a esos primitivos hechiceros de una remota tribu que al llegar un buen día la lluvia se adjudicaban el mérito a costa de sus cañas trenzadas y sus rezos.
Pero es verano y no estamos para enfadarnos. Somos personas comprensivas y podemos y debemos entender que si Cate Hernández, portavoz de Los Verdes, convoca una rueda de prensa para explicar lo mismo que hace unos meses debe ser porque no se entendió la primera vez o porque ha hecho mucho calor. Y comprendemos que si el Partido Popular local en boca de la concejal Ana Más considera necesaria una rueda de prensa para exponer las conclusiones a las que llegó su partido respecto a dónde deben ubicarse las distintas agrupaciones musicales, las alumnas y los alumnos del Conservatorio y demás entes involucrados, tras las reformas en nuestro Teatro Chapí, pues es legítimo. Legítimo sí, pero entrometido e impertinente también. Y lo digo desde la base de la sabia y legendaria reflexión que dice: agua que no has de beber, déjala correr. Es decir, que no entiendo por qué motivo la disposición de los distintos espacios no se determina entre las asociaciones involucradas, el Conservatorio de música y la dirección de nuestro Teatro Chapí. Agentes directamente involucrados en tales decisiones que además se beneficiarán o perjudicarán con la resolución adoptada. Pero quizás los calores me abotarguen y tenga razón Ana Más: que tenga que venir un partido de la oposición a indicar cómo se han de disponer los espacios municipales.