Saber es aprender
No soy yo muy partidaria de escribir sobre lo que otros vecinos míos escriben. Entiendo que si nos pasamos las columnas dando nuestro parecer sobre lo que nosotros mismos escribimos, al final todo esto se convertiría en un batiburrillo que ni siquiera los columnistas seguiríamos con interés, si es que no lo hemos perdido ya.
Pero llevo semanas dándole vueltas al título que ha dado mi vecino Prometeo a su columna semanal, Saber es acordarse. No seré yo quien opine sobre el contenido, allá cada uno con su body. Pero sí que me permitirán que exprese mi opinión sobre la máxima que precede a sus artículos. Y es que lo de que saber es acordarse me parece, a priori, inexacto. Porque aún estando de acuerdo con que una manera de saber sea tener buena memoria, no creo que siempre se dé esta condición. No siempre aprendemos de nuestros recuerdos, en todo caso también valdría la máxima de saber es equivocarse, porque de las equivocaciones es de lo que más se aprende, creo yo. Pero sobre todo saber es aprender. Aprender es mantener la mente abierta sin complejos y sin ideas preconcebidas, porque difícilmente aprendemos si mostramos prejuicios sobre lo nuevo que se presenta ante nuestras narices. Saber es también descubrir y aprender de los demás, saber no es desconfiar, pero tampoco confiar, saber es para mí agotar todas las fuentes antes de emitir un juicio. Me da un poco de miedo leer el título de esta columna, y les confieso que no tiene nada que ver con que mis opiniones sean diferentes a las que Prometeo expresa continuamente. Seguramente donde él ve la paja yo veo únicamente el ojo ajeno, cuando él espera la noche yo estoy esperando el día, o viceversa.
Pero esto de que se me limite de antemano el saber por la memoria, me recuerda cuando de pequeña me hacían memorizar los verbos uno por uno, tiempo por tiempo, sin que nadie me dijera por qué y para qué aquella memorización mecánica. Saber no es solamente acordarse, saber es tener ganas de aprender, de mirar más allá, mucho más allá de donde algunos se quieren llevar las vías. Saber es no tener miedo a tener solo memoria, saber es querer que la razón esté siempre muy por encima de nuestros propios recuerdos, sin renunciar por ello a nuestros valores, pero sin que estos lastren nuestra capacidad de subir escalones. Acordarse no debe servir para negarse a una misma la capacidad de crecer un poco más, acordarse es bueno si se no alimenta la venganza, acordarse es bueno para construir corriendo riesgos y superando nuestros propios límites.
La vida me ha enseñado que en todas las partes hay gente que saca provecho de lo que no se mueve, los que están bien posicionados renuncian siempre a que los movimientos hacia delante muevan el barro sobre el que sitúan sus pies. Tengo vecinos en mi finca que se oponen por sistema a cualquier cambio en la escalera, sobre todo si esos cambios trastocan su propia posición de hegemonía dentro de la comunidad. Saber no es sólo acordarse, amigo Prometeo, saber es también no perder nunca la capacidad de aprender, porque si dejamos de aprender no evolucionamos, si miramos únicamente hacia atrás lo más probable es que el día de mañana nos pille con el paso cambiado, y a este pueblo ya le han pillado demasiadas veces con el paso cambiado. Recordar es bueno siempre que no nos limite la capacidad de soñar, porque sin sueños no hay vida.