El Diván de Juan José Torres

Sáhara

Entiendo perfectamente que el tema de hoy resulta atractivo. Sin embargo lo rescato del cajón de los olvidos primero porque está de actualidad, después por la amnesia moral y ética de unos cuantos gobiernos españoles desde que la vieja colonia española quedó en el más desconsolador abandono. Es curioso y hasta bochornoso que hoy el PP, con el mismísimo Rajoy al frente, demande al gobierno energía diplomática y reflejos de Estado ante el conflicto. Palabras de nuevo demagógicas cuando Aznar, con ocho años de gobierno, pasó olímpicamente del tema. Lo hizo Felipe González, lo hace hoy Zapatero y su principal voz, Rubalcaba.
Porque lo que ha sucedido estos pasados días no es más que un botón de muestra. Las fuerzas marroquíes, bajo un pretexto insignificante como la aparición de una milicia saharaui, actúan con la fuerza y sofocando sin contemplaciones cualquier derecho humano de los asentados en el campamento de El Aaiún. Pero reconociendo que el asunto del Sáhara es tan árido como sus tierras es necesario, para entender el conflicto, un poco de historia. España, embarcada en guerras desde sus primeras páginas, derrota a Marruecos en la Batalla de Tetuán en 1860 y en un Tratado de Paz posterior fue autorizada a controlar el Sáhara Occidental.

La ocupación española no obstante llegó el año 1934, siendo alterada el año 1975 por la famosa Marcha Verde, patrocinada por Hassan II. A partir de este momento los acuerdos de Madrid permiten una administración tripartita del territorio saharaui por España, Marruecos y Mauritania. El año 76 España se pira y tres años más tarde Mauritania cede sus derechos al Frente Polisario, representante del pueblo saharaui y que pretende la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática mediante un Referéndum de Autodeterminación. Aprovechando el escaqueo de uno y el desliz del otro Marruecos conquista el Sáhara con napalm y fósforo blanco.

Sumido el pueblo saharaui al nuevo yugo tuvo que emigrar a campamentos de acogida de otros vecinos, como Argelia; y a principios de los noventa la ONU auspicia un alto el fuego con el compromiso del mencionado referéndum, aplazándose los conductos diplomáticos indefinidamente. Todo el proceso de trámites para solucionar el conflicto fue paralizado por el Secretario General de la ONU el año 2000; incluso el Plan de dividir el Sáhara en dos fue rechazado unilateralmente por Marruecos, que quiere acaparar todo el mapa y todos los ulteriores intentos quedaron vanos por la vanidad marroquí.

Los últimos acontecimientos de cerco y represión por parte de Marruecos al campamento de El Aaiún ya los conocemos todos. El Gobierno marroquí repele a los periodistas internacionales, Taib Cherkau, su ministro de Exteriores, culpa como si nada a unos milicianos y nuestra diputada socialista Fátima Aburto es recriminada por su propio grupo parlamentario por intentar consensuar una repulsa de los hechos en el Congreso. Así las cosas, nuestro recién aterrizado número dos Rubalcaba no condena el ataque, lo dicho por Marruecos le satisface, para eso son aliados. Luego exige a la izquierda abertzale que condene los atentados de ETA.

La violencia es igual de cruel allí que aquí, y los plumeros se aprecian mejor cuando todo vale en un sitio pero no en otro. España, que fue tutora de la antigua colonia, se desentendió tanto de sus obligaciones que ni siquiera se ha prestado de mero intermediario. Los intereses creados crean calzonazos y mentirosos; en tanto el grupo opositor, con Rajoy a la cabeza, va a salvar al Sáhara. ¡Demagógicos embusteros!

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