Se equivocaban
Las aves tenían –y deben tener todavía– grabada en sus genes la Laguna de Villena como lugar de parada, alimentación y cría
El siguiente poema lo escribí hace bastantes años al dictado de una vivencia personal, pero me lo ha recordado, y casi lo ha puesto al día, la noticia leída en este periódico sobre la presencia de flamencos y otras aves acuáticas en la Laguna de Villena.
Lamentablemente no los puedo ver presencialmente, pues debido al encierro obligatorio al que estamos sometidos en estos días no estoy en Villena.
La experiencia que me lo inspiró fue el observar una bandada de gansos salvajes descendiendo en espiral hasta pocos metros de suelo porque confundieron la malla antigranizo que había en una plantación de manzanos en la finca Santa Margarita, junto a la carretera de Caudete, con lo que en otro tiempo fuera la Laguna de Villena, lugar que las aves migratorias tenían –y deben tener todavía– grabado en sus genes como lugar de parada, alimentación y cría.
También he visto ocasionalmente años atrás patos salvajes en cualquier charca producida por las lluvias o por escapes de conducciones de riego. El título, como es obvio, recuerda a la paloma de Alberti.
Del cielo vinieron
buscando el agua
con sonoros graznidos.
Se equivocaban.
Como el ave de Alberti,
se equivocaban
los gansos salvajes
buscando el agua.
No había rubios trigales
cuando emigraban;
era otoño, y el cierzo
se avecinaba.
La malla antigranizo
de la enramada,
bajo el sol de la tarde
reverberaba.
Los frutales tenían
techo de plata.
En espiral descendieron
porque brillaba,
y al sentirse frustrados
se remontaban
en espiral hacia el cielo,
y se alejaban.
Por: Rafael Moñino Pérez