Se jubila el mejor taquillero de Renfe

José Vicente Tomás se jubila esta semana. Quienes a partir del mes de diciembre pasen por la taquilla de la estación de tren ya no le encontrarán. No estará de baja, ni de viaje, ni de permiso de vacaciones. Tras 35 años de servicio ininterrumpido en nuestra estación de Villena, inicia su jubilación jubilosa. Nadie diría, viendo su fisonomía, que lleva más de cuatro décadas de carrera profesional.

Nos alegramos por él, que puede reiniciar otras vidas. Pero vamos a sentir su ausencia. Porque es difícil encontrar a alguien que sea más buena persona que José Vicente. Un ser lleno de valores, íntegro, todavía no contaminado por la centrifugadora del progreso que en vivimos. Y eso, en los tiempos que corren, es un privilegio.

Tristemente, José Vicente nos deja una estación de tren peor que la que encontró hace 35 años. Una estación en la que paran menos trenes. Una estación ubicada en un paseo más triste y con menos vida que el de hace 35 años. Una estación a la que amputaron la nave anexa de Ortega Mueblistas, que la empresa había mimado mientras fue suya, poniéndole aire acondicionado y las comodidades que ni por asomo se ven en todo el entorno.

La estación de tren que abandona José Vicente es un lugar inhóspito, al que la pandemia dio la puntilla. Da mucha rabia ver en qué ha quedado ese espacio urbano de la ciudad, porque justo durante los últimos 35 años debiera haberse convertido en una zona clave en la que Villena se jugaba su futuro.

Los arquitectos que en este mismo medio informan sobre el que para ellos es un aberrante proyecto de paso a nivel por debajo de las vías, confirman cómo ese sueño de una estación de Villena de referencia se ha ido enterrando década tras década.

Mi Estación de Villena soñada hubiera sido una que hubiese apostado por el tren de Alta Velocidad junto a la Estación del Chicharra. Una señora estación tipo aeropuerto, como las que se empeñaron en construir a lo largo y ancho de España, con el matiz de que se habría convertido en la estación de una ciudad no capital de provincia con más cantidad de viajeros.



Transformando además profundamente esa zona de la población. El paseo de Chapí, por fuerza, habría pasado a ser conocido por la gente como paseo de la Estación. La nave de la antigua tienda de Ortega Mueblistas sería una zona de ocio con cafeterías. El entorno se habría mejorado para facilitar el tráfico y la llegada de autobuses. Y, no lo olvidemos, a cien metros del complejo, nos encontraríamos con el Museo de la Ciudad, un museo de museos; después del Marq, por su heterogeneidad, el más atractivo de la provincia de Alicante.

Por desgracia, eso no es más que un sueño. Lo que nos encontramos, lo que José Vicente deja tras 35 años de trabajo y de sonreír a sus clientes, es una estación abandonada, cuyas puertas casi siempre están averiadas, una estación en la que los trenes seguirán parando previa súplica a las administraciones de turno.