Vida de perros

Se termina el tiempo

De modo que cuando apoyando los codos en aquella barra de bar con mi café cortado con leche fría delante me encontré convertido ineludiblemente en mero espectador del debate sobre la situación actual del Equipo de Gobierno de Villena y escuché a un señor de pelo rizado y canoso decir que lo más interesante para el PSOE local atendiendo a futuros resultados electorales era abandonar la coalición de gobierno, sentí lo mismo que cuando aquella señora sin venir a cuento me dijo que si el PSOE local rompía la coalición solo conseguiría perder la mitad de sus escaños en los futuros comicios.
Claro que no se habló en ninguna de las dos ocasiones de las responsabilidades derivadas de la palabra hablada, ni de las consecuencias de cada alternativa para Villena, ni del futuro como una realidad tan presupuesta como improbable, temas que en cualquier caso agradecí no ver abordados desde ese tipo de posturas: tan contundentes como desaforadas. Que el PSOE haga lo que tenga que hacer, dijo alguien al fin tanto en una como en otra conversación. Y que el Señor nos proteja, suspiró otra voz allí y también aquí. Y mientras, yo, apuro el cortado, paso las páginas de algún periódico nacional, sobrevuelo la masacre siria allí y el ingreso hospitalario del rey aquí, me alerto por la próxima subida del recibo eléctrico y por la reelección de la Merkel; y me trago todo esto estando todavía dolido por los últimos abusos sobre la Sanidad, la Educación, la Cultura, sobre las pensiones y los derechos laborales. Aquí y allí miro alrededor, escucho hablar, despotricar, sentar cátedra: mezclar Zapatero con Plaza de Toros, Polideportivo con tripartito, miles de kilos de basura con festivales. Aquí y allí pienso que la desinformación o la ligereza no suponen un handicap para quienes tienen la certeza del sentido de su voto, y pienso si eso tiene arreglo. Y apuro el azúcar que hay al final de la taza deseando tener uno de esos smartphones que suenan cada dos minutos con alguna tontería oportuna para dejar de pensar.

Pero como no es así salgo del bar con la cabeza llena intentando pensar con la mayor simpleza posible. Y ya conduciendo el coche camino del trabajo lo consigo. No encontrar la solución, sino encontrar el problema. Pienso por un instante que no se trata del cisma en VCD, ni del todavía dolente PSOE, ni del resentido PP, ni del desbordado partido Verde. Es otra cosa, la que nos atañe a la ciudadanía. Esa masa no suficientemente enfurecida que espera decisiones que tan poco tienen que ver con ella como con sus problemas. Entre tanto, señor Esquembre, el tiempo se acaba, en apenas unos días tendrá que poner las cartas sobre la mesa, el balón dejará de estar sobre su tejado y pasará al tejado del PSOE. Recuerden, entre tanto, que aquí abajo estamos esperando el desenlace, aburridos y sin balón con el que jugar.

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