Servicio municipal de limpieza
Recuerdo que al tío de un muy apreciado amigo mío, también colaborador de este medio (y que no es Mateo Marco: lo aclaro por si la atracción de su carisma os condujera a él), su médico le recomendó hacer castillos, catedrales o edificaciones similares utilizando palillos o palos de polo. Lo recuerdo hoy cuando me dedico a recopilar los comunicados de los distintos partidos políticos de nuestra ciudad acerca del dichoso y jovencísimo servicio municipal de limpieza. Una tarea meticulosa que tratada con perspectiva y sin ideas preconcebidas descubre detalles y luces realmente interesantes que desafortunadamente no me detendré a exponer hoy.
Claro que también yo he escrito acerca de este proyecto de gestión directa del servicio, siempre con ilusión y con actitud positiva (tampoco repetiré los motivos: los beneficios que supone esta recuperación de la autoridad sobre los servicios básicos de nuestra ciudad). Y aun así prefiero salir a la palestra, perdonen que me ría, si de lo que se trata es de hablar seriamente de un asunto que supone cerca de un diez por ciento de nuestro presupuesto anual, una barbaridad. Y hablar de las deficiencias e incumplimientos que hemos sufrido como ciudad a lo largo de nuestra historia por parte de las empresas adjudicatarias del servicio.
Lo primero que tendría que decir tras la lectura de los comunicados emitidos en los últimos meses es que sin duda han sido propiciados por una flagrante ausencia de datos por parte del Equipo de Gobierno, gestor y fiscalizador del recién implantado servicio. Su forma de hacer no solo acusa falta de transparencia sino que adolece de una metodología que no propicia el voto de confianza o de la complicidad necesaria con el resto de partidos políticos para llevar a cabo un proyecto tan innovador y de tal envergadura.
Sin datos, con generalidades, está resultando fácil atacar el detalle, desde luego no determinante pero sí evidente. Porque es obvio que serán necesarios ajustes continuos hasta que la gestión óptima del servicio sea una realidad, y es obvio que se deberán hacer incómodas concesiones temporales hasta que la máquina esté engrasada y funcione con normalidad y efectividad. Eso hace todavía más peligroso para el proyecto la falta de apoyo y las susceptibilidades del resto de partidos, cuyas quejas puntuales van calando en la población y creando una sensación de fracaso que no se ajusta a la realidad cotidiana del funcionamiento del servicio hoy día.
Queda esperar, queridas personas, para el buen progreso de esta iniciativa, que la ciudad pueda disponer de datos precisos sobre el desarrollo del servicio municipal, así como de las previsiones y de los ajustes a realizar en un futuro próximo, porque será el único modo de que desaparezcan todas esas preguntas en el aire que no hacen más que enrarecer, a veces sin sentido, las posibilidades de esta iniciativa, cada vez más implantada en nuestro país y en toda Europa.