Simios Lácteos
Lejos del silencio que llega desde Alcaldía y que sucintamente va cubriendo nuestra ciudad con tonos grises, nos llega el bullicio de las rebajas. Abaratamientos de precios y/o condiciones que al parecer en su día no fueron suficientes para alejar de nuestro particular pulmón amazónico el territorio blanquinegro. Lejos de las ingentes cantidades de agua necesarias y de los astronómicos kilos de boñigas aportadas, la presencia de nuestras nuevas vecinas en tan apacible como al parecer irregular emplazamiento, vendrá a aportar junto a nuestros viajeros monos una fauna peculiar por no decir alarmante a nuestro entorno. Como si en el Planeta de los Simios Lácteos nos encontráramos, nuestros paseos por la sierra añorarán a los temidos lobos, a las veloces liebres y a los ceñudos jabalíes cuando nuestra mirada se cruce con magullados primates y gruesas y cornucopias fábricas de yogures.
Menos mal queridas personas que todavía contamos con Los Verdes de Europa (de Villena y de Europa, claro). Menos mal que nuestra ignorancia unas veces, nuestra indiferencia otras y nuestro orden de prioridades las más, se pueden apoyar en el báculo que esta agrupación aporta. De otro modo me gustaría a mí saber quién estaría al tanto de los procedimientos y la responsabilidad necesaria para llevar a cabo muchos proyectos. Porque aunque parezcan actitudes deleznables cuando se comentan en la cola de la pescadería, hay que reconocer que se intuye en la actividad de muchas empresas el modo como dejan tan de lado cuanto pueden los posibles impactos ambientales y demás perjuicios, puesto que se ocasionan alegremente y sin aparentes consecuencias. No hay más que ver la continuada entrada de residuos de otras poblaciones en nuestra ciudad. Lo que para la sociedad villenera es tema zanjado, en la barra del bar por supuesto, continúa ocurriendo; aunque sea tema zanjado en conversaciones sociales donde se pone punto y final y se acusa contundentemente a éste o a aquella y se dictamina que se les debía cobrar diez veces más o que les tendríamos que pinchar las ruedas a los camiones y no se hable más.
Me preocupa la instalación de la vaquería en las Sierras Salinas, no crean. No me gusta nada la idea. No me gusta el trato que la sociedad villenera a grosso modo tuvo con el proyecto Primadomus pese a sus garantías y no me gusta el silencio, bien interesado bien bobalicón, que recibe el proyecto vacuno. Será que las vacas son más de aquí, me digo, y que nadie anda rumoreando en mentideros públicos o particulares imbecilidades dignas de gente miserable o malediciente. ¡Claro que nadie dice que las vacas tienen SIDA y lo pueden propagar a toda la población por medio de un mosquito! Un mono sí, una vaca no. Pero tampoco nadie habla de la posibilidad de que las vacas se nos vuelvan locas y nos volvamos toda la población más loca de lo que estamos. ¿Será porque la vaca está más cercana al toro que los monos? ¡Quién sabe! Quizás los obispos, que saben de todo y están por encima de la opinión mayoritaria (y no saben hasta qué extraño punto puedo estar de acuerdo con ellos), nos puedan decir con su moral divina qué es lo correcto. Ellos sabrán si es más importante una vaca que un mono, una vaquería que una sierra, una pareja enamorada o una familia enferma.
En cualquiera de los casos, puestos a reivindicar patrimonios y bienes de interés creo que Villena debería verse unida en una cuestión muy clara y específica: la importancia de nuestros valores naturales, no sólo el agua, sino la fauna y la flora. Incomprensible resulta que existan tan pocos lances por estas causas.