Sin ellos no habría Fiestas
Son los Directivos, en cualquier organización, las personas que organizan, gestionan y dirigen, y no iba a ser menos en nuestras Fiestas de Moros y Cristianos, sin ellos no habría Fiestas. 200 hombres y mujeres, villeneros y villeneras que, año tras año, han gestionado y engrandecido las diferentes Comparsas y actos de nuestras fiestas. Ellos son para mí el alma de la Fiesta; su trabajo, muchas veces ingrato, sin compensación alguna, otras agradecido por unos pocos, hace que nuestras asociaciones, nuestras Fiestas, tengan una continuidad.
Todo empieza cuando finaliza el mandato de otra directiva. Unas veces parte de uno mismo la decisión de presentarse a Presidente, otras son los amigos, la escuadra, los que se implican, a veces hasta repiten por falta de candidatos. Con esta decisión de uno o de otros, vuelve a repetirse el ciclo y empieza un nuevo capítulo, savia nueva que como tal genera nuevos proyectos y cambios en el tiempo, que revitalizan cada Comparsa y vuelven a crear ilusiones entre los socios. Se tantea a unos, otros son convencidos, algunos se postulan y al final toma cuerpo un grupo heterogéneo de personas que componen la directiva. Empiezan a caminar con esos proyectos consensuados de antemano, reuniones semanales recién salidos del trabajo, horas que no cuentan para el ocio ni la familia: son para la Comparsa, para ir configurando los diferentes actos a lo largo de todo un año, para que los fallos sean pocos y los aciertos medidos, para que los que siempre se quejan se quejen menos, para que al final la fiesta continúe.
La primera prueba de fuego son los Presupuestos: bien detallados, porque hay que administrar mejor lo de los demás que lo de uno mismo. Ello implica trabajo, tesón y muchas veces cordura. Se aprueban por mayoría, una mayoría que algunas veces desilusiona, ya que son los de siempre, esa gran minoría que acude a todas las reuniones. Todo debe estar a punto a lo largo del año: campeonatos, ecuador, presentaciones Hay que mover lo indecible, mesas, sillas, aquí participan hasta las familias, faltan manos y se cogen las más cercanas, las que siempre colaboran mande quien mande; para estos deberían crear algún que otro premio, quizás el de la constancia.
Llega el mes de agosto y se palpa la fiesta, las emisoras se llenan de música, se iluminan las calles, 35 días a tope hasta el día 4, tarde sí noche también reuniones para ultimar detalles para con cinco horas de sueño volver al trabajo, cobro de cuotas, documentaciones, alguna que otra discusión que los más veteranos suelen templar.
Por fin el día 4, ahora no hay vuelta atrás, todos de fiesta y ellos a organizar, unos la música, otros desfiles, carrozas, almuerzos, orquestas, innumerables gestiones que muchos ignoran y mucha paciencia. Los sinsabores de esos días de fiestas la mayoría apenas los tiene en cuenta. Los nuevos directivos suelen decir que lo mejor es la cantidad de gente que conoces, los nuevos amigos que a veces perduran en el tiempo, ocasionalmente algún que otro enemigo por esos enfrentamientos que la razón no entiende, pero siempre queda lo positivo, como en la vida, quedan los buenos momentos, que los malos ya vienen solos.
Son 200 hombres y mujeres que a lo largo de tantos años han pasado por nuestras comparsas, aportando nuevas ideas a nuestras fiestas, modernizado sus estructuras, creado un gran patrimonio para nuestras asociaciones, pero que nunca han sido reconocidos como se merecen por este arduo trabajo en pro de los demás, en pro de la fiesta, en pro de Villena
Sin ellos no habría Fiesta.