Vida de perros

Sin más remedio (1 de 2)

Me temo que después de los últimos movimientos de fichas no queda otra que echar una ojeada a la nueva ubicación de las figuras en el tablero (de ajedrez, parchís, backgammon o de Risk en el peor de los casos). Bajo los refulgentes titulares aparecidos en los medios locales, provinciales y nacionales, aquí abajo, donde solemos estar las cabezas que padecen las consecuencias afortunadamente, hay espacio para materializar nuestras voces. No son sólo el desempleo o nuestro dolor de rodilla el que debe preocuparnos, ocupar espacio en nuestros pensamientos. Porque nuestras posibilidades también constan de la toma de conciencia de que la vida de nuestro derecho al voto acaba cuando el sobre con nuestro voto reposa sobre el resto de sobres al fondo de la urna.
Por eso nuestro voto no nace y muere con la visita a nuestra mesa electoral. Sigue vivo. Y como a algo vivo se le puede traicionar igual que se le puede manipular. Pero lo más peligroso es que la persona dueña de ese voto que la representa, lo olvide y lo abandone, que no considere que su voto (incluso la ausencia de voto) es tenido en cuenta en nuestro sistema de gobierno. Esto nos lleva a uno de los debates necesarios en Villena –y creo que debería serlo también en España– que es la reflexión sobre si nuestro voto debe pertenecer al Partido al que llegan o a la lista de nombres que cada partido presenta junto a su programa. Porque si bien es cierto que apostamos por un partido, también lo hacemos por un programa, y también por una lista de candidatos/as. Una cuestión no menos importante la de la lista, tomando como ejemplo la sorprendente lista que presentó el PP villenero, extraordinaria por su contundente limpieza de nombres habituales, y que motivó a mi entender llegar a esa mayoría absoluta que nunca imaginaron.

Ahora, tras la escisión y creación del Grupo no Adscrito, con igual número de representantes que el grupo que abandonan y que gobierna la ciudad, me temo que Villena se haya en una situación de extrema delicadeza. Felicito a los partidos de la oposición porque intuyo y entiendo por su comportamiento que también lo consideran así. Porque el juego que queda en el tablero puede cambiar de reglas. El Partido Popular y el Equipo de Gobierno, igual que las cinco personas que ahora conforman el Grupo no Adscrito, se encuentran en una tensión personal tanto en cuestión de ética como de filosofía, como de instintos humanos, de valores. Los eternos síntomas del homo sapiens, los bajos instintos: el rencor, el orgullo, la venganza, el odio, la traición, la humillación, la revancha. Acompañados también los intensos instintos heredados por nuestra historia como la restauración del honor perdido.

Se trata de una situación para la que es necesario despertar como ciudadanía. Donde es necesaria nuestra atención, nuestra presión para evitar que se dé cabida a toda acción o actitud que sea perjudicial para nuestras vidas, nuestra ciudad. Porque eso es de lo que se trata.

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