Sin más remedio (y 2)
Ignorar lo que ocurre puede ser una opción incluso peor que la de ponerse a la defensiva/ofensiva contra todo lo que nos llega. Y lo que ocurre es que la Sra. Celia Lledó parece ignorar que no puede gobernar nuestra ciudad. Lo sabe. Porque es una cuestión matemática. Y yo, sin dudar de sus posibilidades, de la fuerza que es capaz de ejercer sobre los puntos necesarios para beneficiar a Villena, y sin dudar del esfuerzo tanto físico como mental que dedica a su trabajo. Sin dudar de su amor por nuestra ciudad. Pienso que también ella lo sabe. Pero tampoco ella, como política, como jugadora, puede obviar que su llegada a las próximas elecciones municipales la debe de jugar con los réditos alcanzados los treinta meses ya pasados.
Es cierto que llegará a los comicios con una enorme cantidad de trabajos finalizados. Unos encauzados por el anterior equipo de gobierno, otros muchos con la ayuda de los Planes E de Zapatero, otros obligados por su programa político y otros por su propia obstinación (aunque sólo acaben constituyendo un símbolo, un arco del triunfo que represente su poder frente a sus rivales, o al menos su paso por nuestra ciudad). Aún así, llegado el momento y presentada toda su obra, es deseable que encuentre una respuesta que sea consciente, que no desprecie la memoria de esta penosa historia.
No quisiera ahondar en tópicos porque lo cierto es que la señora Lledó no puede gobernar. Al menos en la práctica. Que le restan dieciocho meses de esfuerzos perdidos, de zancadillas, de abusos y desplantes. Y es necesario decir que como ciudad corremos el riesgo no sólo de vernos en el dique seco el próximo año y pico, sino de vernos involucrados/as en una pelea para la que no contamos pero de la que no saldremos indemnes. Una pelea de populares contra no adscritos/as, de ripollistas contra fenollistas, de zaplanistas contra campistas, de no sé quién contra Rajoy, pero seguro que de Aguirre contra Gallardón. Una guerra donde Villena es desde el inicio un daño colateral, es la damnificada, es la gran perdedora.
Las Guerras Políticas actuales se asemejan a los surrealistas relatos del desaparecido Gila: ¿Hacemos un pacto contra el transfuguismo? Si ya hemos hecho uno. Sí, pero es que ese no me vale para esto. Y así, acobardados, prudentes y atentos a otra guerra, los vértices de los partidos frenan en los municipios las soluciones que son de cajón. Los vértices de los partidos bloquean lo que naturaleza haría si las personas responsables de nuestro consistorio no atendieran a siglas. Esos mismos partidos que consiguen que sus representantes en esos minúsculos puntos del mapa se sientan fuertes y protegidos, coartan al tiempo la toma de posiciones y acciones sobre el terreno concreto: Villena en nuestro caso. Y si habláramos al menos de posiciones sobre temas que escapan al territorio: agua, basura o vías pero hablamos de envites de estrategia política que poco o nada influyen en nuestro entorno. O lo que es lo mismo: del motivo por el que no vivimos una moción de censura.
Es importante, pienso, creo y escribo, que no dejemos que la situación actual de nuestro ayuntamiento se normalice. Porque la normalización de una situación extrema, por extraño que parezca, es algo que asombrosamente ocurre por tendencia natural (incluso en escenarios tan terribles como los que presenta la violencia de género).
Es importante que la ciudadanía considere la actual situación política como un estado excepcional. ¿O acaso alguien considera normal que seis personas se repartan las responsabilidades que hace unos meses se afrontaban entre once? No. Porque o siempre han sobrado cinco, o seis no podrán hacer el trabajo de once. Y hablamos de seis, cuando en realidad a nadie se nos escapa la cifra real, la que resulta tras la desgraciada baja de larga duración del Sr. Oliva cinco, o tras el papel de los reconducidos señores Abellán y Peralta, que aunque ejecutivos en apariencia, no parecen resultar tan relevantes en las Decisiones tres. Lo que nos deja a la Señora Lledó, una persona a quien la hemeroteca podría tildar de alcaldesa por sorpresa, junto a los señores Valiente y Martínez. Tres.
Tres (o seis si quieren, si se empeñan) personas que deben atender el día a día de nuestra ciudad. Pero también el futuro de nuestra ciudad, nuestro futuro. ¿No se sienten entonces, queridas personas, un poco como aquel entrenador que observa desde la esquina del ring a su pupilo/a? Responsable del entrenamiento, del estado físico, de la estrategia, de lanzar consignas, ánimos, nuevas estrategias a su boxeador/a, de subir la banqueta al ring, de cauterizar las heridas Responsable también de tirar la toalla para retirarse porque es capaz de asumir que por mucho esfuerzo, por mucha dedicación, por mucho sacrificio que se esté en disposición de ofrecer, se encuentran ante una batalla perdida donde sólo queda esperar dolor y sangre, humillación y perjuicio. ¿Aún así, pese a todo, no se va a evitar el tenso y falso status quo, faltará la capacidad de ejercer la responsabilidad: de tirar la toalla, de detener el combate, de dar la puntilla?
Aureliano opinaba la pasada semana que una moción de censura permitiría a la Sra. Lledó salir del atolladero con el papel de víctima. En mi opinión la Sra. Lledó ya ha sembrado su imagen. Tantas voces llegadas desde tantos puntos tan diferentes
La insistencia sobre su autoritarismo, su necesidad de imponer su voluntad, su falta de escucha
Esas son otras opiniones. Pero una de las opiniones que más me han tocado, que más me han hecho reflexionar han sido las opiniones que escucho en la barra de los bares, algunas de lo más siniestras y desesperanzadoras: no más mujeres y no más jóvenes en el gobierno. Devastadora en cuanto a lo que significaría un apoyo masivo a esa opinión. Y me entristece, aunque entiendo que a veces esa rabia es la misma que siente quien tiene como jardinero/a a un enlace sindical
no rabia por las horas que dedica al sindicato sino rabia por el jardín desatendido
rabia por el trabajo no realizado, no por las ideas de quien lo hace.