De recuerdos y lunas

Sin pena ni gloria

"Sin pena ni gloria". Esto es lo primero que me dijo José Luis Barrachina Susarte cuando terminó la corrida que dijimos aquí de aquel día que teníamos pendiente. Yo no digo ni que no ni que sí, mi impresión es que los toreros despacharon los toros como el obrero que mecánicamente manipula el producto estándar que le llega por la cadena. Así vi yo a los toreros salvo a uno que en su segundo toro parece que vio que había algo excepcional y quiso sacárselo; pero por más que escarbó, al final no encontró el petróleo que esperaba y, para hundirse en el desánimo, con el estoque estuvo grueso. Hasta un aviso le dieron. Cuando nos olvidamos del "vísteme despacio que tengo mucha prisa", las cosas no nos salen como queremos que nos salgan.

Toros sin decoro. De míseros trapíos. Flojos –escribió un cronista. Pero yo estoy aquí mareando a los toros y dándoles pases para que rueden y... Y lo primero que tenía que haber dicho es que fui un “mantellina”. Mi abuelo utilizaba esta expresión para referirse a los cobardes. A los apocados. Así se usa en villenero. Y así fui yo con José Luis, porque mucha machada previa por mi parte, incluso escrita negro sobre blanco aquí en EPdV, como si fuera ante notario para lo del fifty-fifty en los gastos –decíamos– y... Y me acuso de ir de baldes. Así que tome nota Sr. Notario porque no cumplí mi compromiso.

Panes o pares vueltos –en mi casa siempre se dijo panes–, habrán de ser. Aunque no me arriesgo a más machadas –que ya está bien de torear de salón– los panes podrán ser en Orihuela: Un día con la familia para conocer los entresijos de una ciudad que cada vez más, más me seduce. Con sus luces y sus sombras. Y que les enseñe esa escultura de Bussi que me vuelve loco. Y si es procesionando, en la procesión del Caballero Cubierto, Sábado Santo, mejor.

"Sin pena ni gloria" –dijo José Luis. Pero además de la corrida, estuvo nuestro paseo por un Alicante que se me escapa y charraícas sobre nuestro pueblo y sus gentes, sobre la familia, sobre lo que nos hace felices y nos pone tristes. Hablar con José Luis de estas cosas es gloria. ¿Los toros?... Veo difícil superar mi pereza a los tendidos. Sé que los buenos aficionados asumen en esa afición el que para ver una buena corrida hay que ver malas corridas. A mí me parece sacrificio. Esto sin dejar de admirar la belleza del ambiente: Vimos a algunos paisanos, cosa que siempre me hace feliz. Vimos a esos toreros camino del patio de cuadrillas sorteando a las gentes que les saludaban. Qué hermosura los trajes y qué templanza la de los matadores que saludan a la gente que se les abalanza como a los cantantes. Pero si el cantante va a jugarse el prestigio, el torero va a jugarse la vida. Poco después, a quien saludas con una voz o con un golpecito en el hombro está en un ruedo de arcillas jugándose la vida. Vimos a los toreros y vimos a Cano, el fotógrafo eterno que desde el Olimpo de la tauromaquia, como héroe, viene para inmortalizar la fiesta en las plazas.

¿Sin pena ni gloria?... A José Luis le debo la gloria de un día de amistad y toros. La amistad asentó lo que cada día valoro más, los toros sirvieron para remover muchos recuerdos en torno a mi padre. Le debo la gloria y se la pagaré. ¿Pena?... Mi cobardía. Otra nota para el Notario.

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