El Volapié

Sin toros no hay paraíso

La presente Feria de Hogueras –la que acaba de concluir, me refiero– se ha caracterizado por una menor asistencia de público. La crisis, el mundial… y que no siempre se respeta al aficionado como se le debe respetar. Es curioso que el ganado con más digna presentación y juego se diese para las novilladas: La Glorieta en el comienzo de la Feria de Hogueras –con dos toros aplaudidos en el arrastre y otro premiado con la vuelta al ruedo–, Los Galos –para la primera con picadores y vuelta al ruedo para el sexto– y Nazario Ibáñez –con dos toros aplaudidos cuando salieron al ruedo por su extraordinaria belleza–.
Otra cosa es que la mayoría de los noveles no estuvieran al alto nivel de estos encierros y que no debamos olvidar que se encuentran en fase de aprendizaje, pero si no se instalan los filtros en este punto luego nos encontramos con que todos ellos tomarán la alternativa y engrosarán un escalafón que ya anda cercano a los doscientos cincuenta matadores de toros, de los que sólo la primera docena puede vivir del toreo. Los novilleros alicantinos Daniel Palencia y Gabriel Martínez estuvieron especialmente mal.

Quiero recordar en esta crónica la inevitable ausencia de Julio Aparicio como director de lidia en el cartel que quedó en obligado mano a mano entre El Juli y Manzanares, quien hubiera dado un toque especial al festejo. Es de justicia haberlo echado de menos y desear que pronto regrese a este coso, donde tanto se le quiere y admira. Fue aquella una tarde muy animada por el ascenso del Hércules, que regresa a la Primera División, por lo que la corrida se atrasó una hora.

Parece ser que no volveremos a ver torear al maestro Luis Francisco Esplá, ni su costumbre de acompañar al picador protegiendo su retirada, ni ese comienzo de faena sentado en el estribo de la puerta de arrastre, ni esos intentos de matar en la suerte de recibir, ni esos pares de banderillas que no ha parido madre a quien lo supere. También se debe destacar la presentación en Alicante del matador de toros mejicano Arturo Macías, con apenas un cuarto de la plaza llena de buenos aficionados, que sacó todo lo que pudo de un flojo encierro de Valdefresno con desigual presentación y escasísima fuerza, mientras España se la estaba jugando contra Honduras.

En el capítulo de los percances, un toro cogió malamente al bueno de José Antonio Carretero mientras le perdió la cara al lidiarlo. Cayetano –matador de turno– tiró con cobardía por el camino y sin más dilación lo mató de un pinchazo y estocada. Durante esta y otras corridas, desde mi localidad me llegaba el tufillo a Flöid.

En general, lamento que casi ninguno de los espadas interviniese en su turno de quites, la fea costumbre que existe en esta plaza de arrojar las almohadillas al ruedo al término del festejo y que cuando hubo toros no había toreros y al contrario, como suele suceder.

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