Tecnología punta
Ahora que ya hemos solucionado el problema de la Plaza de Toros uno de los cuatro problemas cardinales de nuestra ciudad, al menos en cuanto a estructura y servicio de cantina, podemos centrarnos en otro de los puntos de interés y desasosiego de nuestra ciudad: las vías ferroviarias. Al respecto hemos podido escuchar al concejal Carlos Beltrán esta pasada semana, hablando al fin con una coherencia que parecíamos haber perdido: los proyectos no son una unidad intocable y por tanto se pueden modificar consiguiendo abaratar el presupuesto: manteniendo la estación en superficie en lugar de soterrarla, etc.
Aunque a lo que yo venía a referirme es mucho más mundano y utilitario: las barreras en los cruces de las vías. Porque no sé si sabrán que no hace mucho ADIF, Renfe, o quien demonios sea el responsable, cambió las cuatro unidades mecánicas que hacen bajar y subir las barreras por otras de mayor tamaño, con barreras de mayor envergadura como si eso tuviera alguna utilidad práctica más que de advertencia y disuasión. El motivo de tal cambio, espero, fueron las continuas averías que sufrían tales unidades mecánicas obligando a una patrulla de la Policía Local a cubrir la función de las barreras hasta su reparación. El caso es que después de ocho o veinte averías, la empresa responsable tuvo a bien comprar e instalar esas enormes maquinuchas mecánicas de las que les hablo. Y hasta aquí todo bien, o igual de mal y de cansino si hablamos de cruzar las vías.
El problema es que con apenas un mes de funcionamiento dos de estas unidades mecánicas de última tecnología hemos de suponer, concretamente las que gobiernan el paso desde la calle La Virgen hasta la carretera de Yecla, dejaron de funcionar. Algo en su interior, puede que una incompatibilidad en el Sistema Operativo, impedían que realizaran ese trabajo altamente tecnológico para el que fueron adquiridas: a una señal eléctrica levantar la barrera, a otra señal bajar la barrera. El complejo mecanismo, que ahora mismo se estudia en la misma NASA, ha obligado a volver a instalar y a poner en funcionamiento las antiguas unidades mecánicas en dicho cruce de vías, en espera de que el grupo de científicos y científicas nos den una solución.
Entre tanto, en el cruce de los Piratas las nuevas unidades funcionan con normalidad, haciéndonos perder el mismo tiempo al que ya nos tenían acostumbrados/as. Aunque un pequeño detalle llama la atención sobre las medidas de prevención que el equipo de ingeniería mantiene sobre estas barreras: apoyado contra un muro, a escasos metros del cruce, como un flotador de rescate en una piscina, podemos atisbar un cartel blanco escrito a mano con un rotulador grueso que dice: Paso a nivel cortado. Tecnología punta, oigan.