El Ordenanza

Terra nullius II (auto-ayuda)

El Ordenanza. Capítulo 152

Escena 1

  • Buenos días, Avelino.
  • Buenos días, señor alcalde.
  • ¡Hombre, Juanjo! ¿Qué tal la semanita en la playa?
  •  Calor, sol, arena… ya sabes.
  • No, no lo sé. Fuisteis vosotros a quienes se les invitó al Meliá…
  • ¿Noto cierto resquemor en tus palabras, alcalde?
  • ¡Qué va! Nos ha venido muy bien a todos perderte de vista unos días. Discúlpenos, Avelino. Juanjo y yo hemos de tratar algunos asuntillos…
  • Descuide, señor alcalde. Que les sea productiva la charla.
  • Gracias, Avelino ¿No me has echado de menos?
  • Ni un poco.
  • Mientes como un bellaco.
  • No me ha dado tiempo, Juanjo. Tenemos la ciudad patas arriba…
  • Ya tocaba… ¿no?
  • Sí. ¿Con qué te vas a poner?
  • Con lo de La Encina.
  • ¡Genial!
  • He estado pensando mucho en la gente que vive allí, en mitad de la nada.
  • Esa subvención nos va a venir francamente bien, la verdad.
  • No va a solucionar demasiado si Adif parte la pedanía por la mitad.
  • … bueno… menos es nada…
  • Sí, eso sí, pero me jode que haya vecinos incomunicados, alcalde.
  • Sí. Más o menos como en Peña Rubia.
  • ¿Para qué queremos tener un municipio tan vasto si lo tenemos hecho una zorrera? ¡Da vergüenza!
  • ¡Oye! ¿Has venido transformado de las vacaciones, no?
  • Me he puesto un poco las pilas…
  • ¡Ya tocaba, que empatizas menos que Repsol!
  • ¡Eso es agua pasada! ¡Estás hablando con un Juan José Alcañiz renovado!
  • ¡Guaaaaaau!
  • Sí, sí.
  • Y… ¿a qué se debe ese cambio?
  • ¡Fácil! Resulta que, hace una semana, la Clarita me lio para que la llevara a Alicante a ver las Hogueras e ir a la playa y, me estaba contando nosequé de la arena del Sáhara o algo así, cuando aparece el “Súper” y nos corta la conversación (cosa que yo agradecí un poquitico al principio) y nos contó una aventura o no sé. Yo desconecté rápido. El caso es que le prometió a Clarita que iba a poder exponer lo que me estaba contando en el capítulo de hoy.
  • ¿Y?
  • ¡Que ya sabes cómo es la Clara! Se ha tirao toda la semana preparándolo y yo he pasado todo el rato con el nene…
  • … en el bar.
  • … en la piscina del hotel.
  • ¡Ya! ¡En el bar de la piscina del hotel!
  • Vale. El caso es que estoy empapadísimo en temas como el contrabando de arena en el desierto, las condiciones infrahumanas en las que viven en los campamentos del Sáhara Occidental, de las dificultades que pasan en Mongolia (que siempre tienen una ventolera del demonio) y eso…
  • ¡Me gustaría haberte visto por un agujerico!
  • ¿Puedo seguir?
  • Sí, sí.
  • Gracias.
  • Namasté.
  • ¡Alcalde!
  • ¡Sigue, sigue!
  • Total que, estaba el nene durmiendo la siesta y me dije: ¡me voy a echar un cafetorro! Y nada, me bajé al bar.
  • De la piscina…
  • No, del hotel.
  • Vale.
  • Viene el camareeeero… «¿qué le poooongo?»… «un café con hieeeeelo»… «qué calor que hace»… «mire usted que sí» y todas esas cosas cuando, de repente, tuve una revelación.
  • ¿Una revelación?
  • ¡Una revelación, tío! ¡Y de las guapas!
  • ¡¡¡ … !!!
  • Pillé una servilleta para limpiarme el morro y, cuando me quedo mirando y leo: «Si quieres que el mundo cambie, empieza por ti» y me dije «¡Hostiaaaaaa, Juanjo, qué engañao has estao hasta ahora! ¡Tu vida está mal, tío!». Así que, me lo he propuesto: voy a conseguir ser un Juanjo nuevo.
  • ¿En serio?
  • ¡Sí, sí, sí, sí, síiiii, tío! ¡He visto la luz!
  • ¡Hurra!
  • ¿Estás de cachondeo?
  • No, no, Juanjo: me mola que te haya entrado el conocimiento.
  • Vale, te creo. ¡La Clara ha flipao del cambio!
  • ¿Ya no vas en calzoncillos por la casa?
  • ¡Eso es cosa del antiguo Juanjo! ¡Ahora voy todo el día en culos!
  • ¡Hostias! ¡Jajajajajaja!
  • ¿Por qué no os venís mañana, Sira y tú, a cenar a casa?
  • ¿Mañana?
  • Sip.
  • ¿A cenar?
  • Sip.
  • ¿Contigo?
  • Sip.
  • ¿En culos?
  • ¡No, hombre! ¡Me pongo en gallumbos!
  • ¿Qué?
  • ¡Que no! ¡Nada de gallumbos!
  • ¡Tío! ¡Eso es…!
  • ¿Natural? Los calzoncillos son un invento del demonio, alcalde…
  • ¿Me quieres decir que, ahora mismo, no llevas calzoncillos?
  • ¡Ajá!
  • ¡Qué turbio eres a veces, Juan José!
  • ¿Qué dices de la cena?
  • A las nueve estamos allí.

Escena 2

Lo prometido es deuda. El escenario está vacío, oscuro. Cuando yo diga, no antes, un foco va a crear un círculo de luz alrededor de una figura femenina, sin maquillaje, con el pelo recogido atrás con una pinza y un sencillo vestido de algodón hasta la rodilla. ¡Ahora!

En un primer momento, la luz hace que cierre los ojos pero, segura, levanta la vista hacia el oscuro patio de butacas, que espera en puro silencio, a que su voz lo rompa. Cuando quieras, Clara…

  • Sé que debería darnos vergüenza, pero para eso hay que tenerla. Nuestro mundo se va a la mierda y nos contentamos con reírnos con los memes que caen en el cristal de nuestras manos. ¿Triste, no? Sepan que vivimos en una guerra constante contra nuestra propia falta de ética, amigos. Sepan que somos responsables directos de la destrucción de la tierra que pisan nuestros hijos. La explotamos sin pensar que no es nuestra, que la tierra no es de nadie. Da igual si hablamos de la arena del Sáhara o de las rocas de Colorado: no somos más que pajaritos que tiran a las escopetas. Me angustia saber que hay enfrentamientos en Gaza y que, en China, comen perros… pero no puedo cambiar nada… ni siquiera, intentando educar a mi hijo conforme a las normas del respeto, de la igualdad y de la paz. ¿Saben? El otro día casi fui agredida por mostrar impaciencia ante un conductor que había estacionado su Audi A 6 en mitad de la calle… y le importó una mierda si mi hijo estaba montado atrás. No podemos seguir así. Deberíamos saber cuál es nuestra función en el pelotón.
    Debemos mirárnoslo. Buenas noches.

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