Tocomocho por exceso
Dice Fidel que se va. Dice Fidel que no volverá a ofrecerse para ejercer ninguno de los cargos de máxima responsabilidad en su país. Que se va. La oferta de Fidel derrota la convicción de quienes apostaron por un desenlace a lo Francisco Franco. No. Fidel se hace a un lado. Y como en Cuba no existe la monarquía, Fidel no elige un monarca para sucederle, ya eligió familiares. En Roma deben de verlo con buenos ojos: la familia, el legado de la sangre. En Cuba, imaginemos que los sienten más cercanos, a los familiares, menos históricos, más campechanos. Los vecinos del dictador en este planeta miran condicionantes el hecho histórico, como todo lo que realiza un personaje histórico. Los vecinos transmiten al personal de la isla su deseo de que comience un giro hacia la democracia. Y rapidito. Cuanto antes mejor. Alguien en España dice: ¡que se fijen en nuestra Transición! ¡Que hagan como nosotros! Que aprendan de nuestra Transición ejemplar, esa que no dejó cabos sueltos, que no dio pie a nuevas confrontaciones
(qué mal se nos da en nuestro país eso del chauvinismo).
La noticia de la retirada de Fidel es de gran interés, es importante para la humanidad, aunque obviamente no pueda ofrecerse al gusto de los medios y de la concurrencia, ambos demasiado acostumbrados a observar en los documentales cómo un gusano se transforma en mariposa en apenas unos segundos. Vivir la historia resulta una cocina elaborada: esa donde cada alimento recibe el tiempo exacto de cocción. Pero una gran parte del planeta ha abandonado la metódica y gratificante costumbre de conceder el tiempo correspondiente a cada cosa. La inmediatez. Toni me hablaba del problema hace unos años. Él ya buscaba su sustento ofreciendo infusiones al gran público alicantino entonces y villenero ahora. La inmediatez que padece tal cliente impide que pueda disfrutar del producto que tiene delante; y el cliente sorbe el líquido todavía abrasador donde los primeros brotes de la primera cosecha de un té de Ceylan no han sumado los minutos de reposo que lo llevan a desarrollar su sabor particular
Por ese motivo, en ocasiones Toni no sirve los pedidos a la mesa hasta que los ha dejado reposar unos minutos en la cocina. Y así andamos también con los acontecimientos que se nos avecinan. Los candidatos al gobierno de España en solitario ya han surcado las páginas de los medios escritos, han planeado por las ondas de las emisoras y han navegado por los programas televisivos más dispares. Las encuestas sobre la opinión pública son tan frecuentes y se realizan desde tantos ángulos que apenas queda alguien en nuestro territorio por consultar. ¿Y cuales son las conclusiones? Nada más que basura. Nada más que frases sacadas de contexto a las que contrincantes y carroña hincan el diente por falta de carne.
De todo esto deberíamos haber aprendido hace tiempo. Y no basta pronunciarse contra ello. Esas frases no concluyentes con las que nos saturan los días ni siquiera son reales. El timo de la estampita es obra de los medios de comunicación y de quienes se sirven de ellos. El argumento menos importante de la obra parece ser aquel que se refiere a los programas electorales. Y yo continúo detenido más de veinte minutos cada día en el paso a nivel y no parece que deba preocuparme la reunión mantenida en el Ministerio de Fomento. Puede que me precipite. Aunque espero que sea más justificable dicha premura que la que lleva a emitir, faltos de enjundia, los estudios sobre el lenguaje no verbal de nuestros candidatos. Antes eso que renacer como el Sr. Agredas esta semana, mediante una psicofonía que repite su redundante discurso al que añade: Yo ya os lo dije.