Tolerancia cero
La violencia etarra constituye una lacra social que desgraciadamente nos afecta a todos. Se trata, sin ninguna duda, de un atentado contra los derechos humanos y la dignidad de las personas, de una injusticia que impide a nuestra sociedad continuar avanzando por la senda de la democracia, del bienestar y del progreso social que deseamos.
En los últimos años, desde todos los ámbitos, la sociedad española ha adoptado un papel activo para erradicar la violencia que ejercen los terroristas, fomentando cuantas medidas fueran necesarias para apoyar a las víctimas y encontrar una solución definitiva a este problema, lo que ha supuesto un avance significativo en la concienciación y sensibilización social ante el terrorismo. Un esfuerzo en el que debemos seguir insistiendo, pues creemos necesario reiterar nuestro compromiso con las víctimas e insistir en nuestra determinación hasta erradicar una violencia que no cabe en nuestra sociedad. La lucha contra el terrorismo es una tarea común: mujeres, hombres e instituciones. Hay que aunar esfuerzos y compromisos si queremos que el terrorismo desaparezca. Tenemos el convencimiento de que sólo a través de la responsabilidad compartida entre todas y todos, podremos erradicar definitivamente esta injusticia.
Por todo ello asumamos nuestro compromiso personal de luchar contra todo tipo de violencia denunciándola, apoyando a las víctimas, no permaneciendo en silencio ante el terrorismo y trasmitiendo a las generaciones futuras, mediante una educación en valores, el respeto a la igualdad de todos. Y suscribamos este manifiesto contra el terrorismo, con el que queremos dejar constancia de nuestro compromiso social con esta lucha, que debe ser conjunta contra cualquier acto terrorista, y defender una sociedad justa e igualitaria, sin violencia, en la que mujeres y hombres podamos participar equilibradamente en todos los ámbitos y tomar conjuntamente las decisiones que nos afecten.
Punto y aparte. Tolerancia cero he titulado este artículo. Punto y seguido. Aunque también podría llamarse Dos varas de medir.
Ese texto ha sido escrito casi literalmente a partir de un manifiesto contra la violencia de género, lo cual es importantísimo. Lo han repartido en unas bolsas con otros objetos de marketing para que todos nos concienciemos. Y por ello nos piden de modo eufemístico que seamos intolerantes con los que matan a mujeres. Y yo añado por extensión: y con los pederastas, y con los narcotraficantes, y con los que estafan, y con los inmigrantes ilegales, y con los que aparcan en doble fila, y con los atracadores, y con las bandas de Latin Kings, y con las de ucranianos, y por supuesto con los asesinos de ETA. ¿O acaso son especiales?
La primera noticia que tuve sobre este último alto el fuego de ETA, fue al ver la sonrisa de Pedro Piqueras en el informativo de las nueve en Tele 5. El nuevo adulador de ZP es el periodista mejor peinado de España y el más feliz. Allá cada cual, porque la alegría más les ha podido que el sentido común. Imagínense a una asociación ilegal de asesinos de género, que comparecen encapuchados a contarnos que han negociado con ZP y que por ahora ya no van a matar a más mujeres. ¿Piqueras también estaría tan feliz? ¿Les daríamos crédito? Y esto que les cuento es sin añadir que la banda impusiese tremendas condiciones para la negociación. Lamento de nuevo navegar contra corriente, y debo decir que presumiré la inocencia del Ejecutivo aunque el asunto huele que apesta y me temo que hemos perdido la lucha contra el terrorismo. ETA lo tiene claro. Pedirá lo de siempre, pero esta vez ZP también lo tiene claro. Nunca he deseado tanto estar equivocado.