Trabajar más para que ganen los mismos
Nuestra querida España no acaba de lucirse. Acrecienta sus crónicas heridas, engrandece sus diferencias y aumenta las contradicciones. Por un lado incentiva y pone en marcha Centros de Tecnificación, con tecnología punta, para potenciar el desarrollo; sin embargo los jóvenes investigadores sobreviven con becas insultantes o acaban por marcharse. Apela a los grandes negocios especializados mientras a miles de empresas les asola el riesgo laboral. Apuesta por el AVE para llegar una hora antes al destino y mucha gente se deja la vida y su destino en carreteras comarcales por curvas mal señalizadas o pavimento en mal estado.
La Caixa afirma que ha ganado 1.228 millones de euros desde enero a septiembre, un 13% menos que el año anterior y la legión de morosos se multiplica porque las familias no pueden hacer frente a las hipotecas. Miles de personas con más de cincuenta años pierden el empleo, porque su experiencia es incompatible con las ganancias de quienes les contrataban, y tendrán hasta el final de sus vidas un subsidio de cuatrocientos y pico euros. Los jóvenes, más preparados que nunca, aceptarán contratos parciales y temporales con salarios ofensivos. A los pensionistas se les revisará de arriba a abajo sus ingresos y se les congelarán, como a sus caras, sus rentas.
Los ricos seguirán siendo más afortunados, los pobres carne de estiércol y los que todavía trabajamos, rehenes de reformas laborales, reducciones de plantillas o concursos de acreedores. Para indigestarnos aparece el Presidente de la Patronal Gerardo Díaz Ferrán, famoso por dejar en quiebra a sus empresas Viajes Marsans y Air Comet, y dice sin empacho que para salir de la crisis hay que trabajar más y cobrar menos. Lo más preocupante no es que lo diga este insaciable retorcido, es que lo piensa la Patronal, el Banco de España, el nuevo Gobierno, el PP, nuestra Honorable Generalitat y los imperios financieros y mafiosos que controlan la economía.
La verdad, no entiendo tanto patriotismo y alzamientos de banderas cuando revientan al personal por todos lados y lo único hermoso que queda, nuestra belleza paisajística con sus Parques Naturales y el litoral, los acabaremos por aniquilar con incendios, pelotazos urbanísticos y plantas de basuras. Habría que decir al encargado de la empresa, al Conseller de turno o al Ministro ugetista de Trabajo que vivimos tan deprisa que ya nada nos luce, ni la prisa, ni el cansancio, ni el descanso. Porque generar empleo se ha convertido, hoy, en dos palabras sin sentido ni contenido. Suena a falso, cuando no se puede esperar ya que las empresas creen empleo si se les facilita el despido.
Lo que quiere el personal es trabajar. Trabajar para cotizar y cotizar para cubrirse una digna vejez; que los cincuentones recuperen el empleo, que los jóvenes accedan al mercado laboral y el paro se reconvierta en rendimiento, no en una carga. Sería necesario reinventar el modus operandis, pues no satisface a nadie. Lo primero recuperar los dineros blanqueados en paraísos fiscales, exigir a la Banca que facilite préstamos para recuperar la confianza social, imponer aranceles a países sin leyes ni derechos y que introducen sus productos con clara competencia desleal, incentivar a la pequeña y mediana empresa con reducciones fiscales si crean empleo, apostar por una educación y sanidad pública, desapareciendo los conciertos, creando y nacionalizando empresas que compitan con el sector privado.
Porque Iberdrola, Telefónica, Renfe, Iberia, Correos, Compañias Gestoras del Agua y del Petróleo son hoy empresas privadas, y antes estatales, con enormes beneficios. Preferiría que el Estado cree, nacionalice o se invente grandes empresas que, con control financiero y gestión eficaz, compita con precios más baratos ante compañías sanguinarias que nos retratan todos los meses. Y que el dinero circule, no se quede en manos de nadie y revierta.