Tras las elecciones europeas, toca toque de reflexión
La resaca de estas elecciones al Parlamento Europeo está llena de claves y con distintas lecturas, y los tiempos de reflexión se prolongarán, posiblemente, todo el año. El PP es el primero que debe invocar el mea culpa, pues si bien ha conseguido la victoria en número de votos, ésta ha sido demasiado amarga. Tantas decisiones impopulares ha tomado su gobierno, para ellos todas necesarias, que no han podido o no han sabido justificarlas. Por mucho que se escuden en la herencia del anterior gobierno la gente ha notado más inestabilidad, más dificultades para rellenar los bolsillos, y ha sentido los recortes en todas las esferas de su vida.
La prepotencia de Rajoy y su enorme seguridad en arreglar las cosas se ha visto debilitada por su propia impotencia, incumpliendo el programa electoral que le puso en Moncloa. Muchos de sus votantes leales se inclinaron por UPyD, otros por Ciutadans, menos por Vox, pero su mayor voto de castigo fue el que se quedó en casa. Por tanto tienen mucho trabajo por delante si desean recuperar el terreno perdido.
El batacazo del PSOE ha sido histórico, entre otras cosas porque es difícil defender la crítica al gobierno cuando hace dos días gobernaban los socialistas. El enorme deterioro de Zapatero en su última legislatura aún está fresco en las memorias, siendo Rubalcaba su mano derecha. Cambiar el lenguaje, aunque sea desde la oposición, asegurando que con ellos mejorará la cosa es poco convincente, pues la impotencia de su gobierno cuando estalló la crisis fue manifiesta e irresponsable. Para nada han ayudado sus fichajes de última hora de campaña, Zp y Felipe González. Todo lo contrario, el primero altamente desprestigiado y el segundo dando lecciones millonarias desde su sillón de Fenosa, aunque lo dejara hace dos días. Además FG defiende esa casta política que tanto incomoda a los ciudadanos y culpa de ese descrédito la tuvo su entorno.
IU ha triplicado sus votos pero es difícil saber qué porcentaje habría obtenido sin la irrupción de Podemos. La losa que tiene de su procedencia comunista, el sambenito que le ha colgado el bipartidismo de radical y el no renovarse con caras nuevas en primera fila, por ejemplo con Alberto Garzón, hacen complicado que llegue su programa a gente nueva. Y éste ha sido el secreto de Pablo Iglesias y su Círculo Podemos, conectar con un sector de indignados que en otras condiciones no habría votado por repudiar, precisamente, a la clase política tradicional.
El caso de Pablo Iglesias es curioso, pues se dio a conocer en el plató televisivo del canal de Tv13 El cascabel al gato, espacio de televisión financiado por el OPUS y que representa a la derecha más rancia. Sólo intervino una vez como tertuliano, porque no dejó títere con cabeza; sin embargo otras televisiones le contrataron y aprovechó ese lenguaje mordaz y directo que le ha encumbrado como líder mediático y populista. Incluso siendo oficial su candidatura al Parlamento Europeo por Podemos, apenas cuatro meses después de su nacimiento, le dan cancha las televisiones porque este perroflauta puede ser capaz de frenar el avance de IU, que los sondeos pregonaban como espectacular.
Pero ahora, tras las elecciones, se convulsionan PP y PSOE porque IU ha crecido y Podemos ha asomado en el escenario con fuerza aparatosa. ¿Y si estas dos formaciones, de filosofías políticas semejantes, junto con EQUO, formaran una gran coalición, como Syriza en Grecia? Esta hipotética posibilidad ha sacudido los cimientos políticos de los defensores del bipartidismo y ya han comenzado las descalificaciones: revolución boliviarana, extrema izquierda, antisistemas violentos En cualquier caso el pueblo, si tan soberano dicen que es, decidirá lo que tenga que decidir.
Lo que está claro es que el bipartidismo se ha acalorado porque su status quo está en entredicho, so pena que acuda a la ayuda de UPyD o de Ciutadans, pues opciones como PNV o Convergencia i Unión están en otras cosas.