Tres con las que saques
O el juego de los chinos. O los chinos de Villena. O engañados como chinos. O qué mal escribe Paco Gracián. O qué tonto es este tío. Que cualquiera de ellos podía haber sido el título del artículo de esta semana, que tanto les va a gustar.
Los apodos, los motes, los dichos forman parte del legado cultural de los pueblos como Villena. En ocasiones los motes son chocantes, en otras caricaturizan, en otras son inocuos, en otras ofenden y en otras son inapropiados. Reconocidos expertos me apuntan que un apodo sólo se puede considerar como tal cuando el propietario lo emplea en sus relaciones cotidianas, es decir, cuando él mismo se llama por el nombre o por el mote indistintamente.
De modo que El Chino soy yo y El Chino es usted. ¡Ya lo se!, usted no tiene aspecto de chino, ni habla como un chino, ni vive como un chino, ni se viste de chino, ni tiene un nombre chino, ni se comporta como un chino, pero nos engañan como a chinos, ergo somos chinos. Yo soy El Chino. Y muchos de ustedes. Chinos que cuando expresamos nuestra discrepancia sobre el régimen, somos para el régimen los enemigos de la paz y del progreso. Chinos que merecemos el infierno por copiar el método que el Comando Rubalcaba emplea para la coordinación de actividades relacionadas con la libertad de expresión. Sólo les gusta cuando estamos calladitos como chinos. La comunidad china que existe en España apenas hace ruido. Y a los gobernantes de este nuevo régimen les gusta que los chinos les permitamos en silencio llamar asesino a Aznar, que ningún chino les increpe por instigar el asalto de las sedes de otros partidos, que los chinos acatemos la crucifixión de Pinochet mientras los otros miman a Chapote, indultan a Vera y rezan para que Fidel Castro muera en la cama lo más tarde posible. Con Franco hicieron lo mismo: permitieron que muriese en la cama después de cuarenta años de dictadura y luego se colgaron las medallas y se sentaron en las cátedras.
La verdad es que los socialistas, los Verdes y los de Izquierda Unida han gobernado en Villena durante los últimos tres años y medio sin más oposición que la de un afanoso y constante Juan Palao. Desde que este político fue apartado de la actividad pública, los tripartitos han creído que la era es suya olvidando a la otra mitad de los propietarios. Algo más de la mitad según declararon las urnas en las últimas elecciones municipales. Ahora esta mitad está clamando al cielo, está gritando, en ocasiones alzando demasiado la voz, aglutinando en torno al asunto del aparcamiento un malestar acumulado, se está quejando de modo escandaloso y hasta de manera poco cortés, por lo que muchos se avergüenzan. ¡Hay que ver los chinos! ¡Con lo quietecicos que estaban!
No hemos sido los chinos los inventores de las llamadas a la movilización masiva, ni los del pásalo, ni los de ¡vamos a montarla! ¿Se nos permite estar en contra de las prisas que tiene el ejecutivo local de hacer en un mes lo que no ha hecho en tres años? ¡No! Por ello estamos en contra del progreso de Villena. De entrada, la mitad de villenenses somos los chinos, y tenemos un norte fijado para el próximo mes de mayo, por encima de firmas y retretas. Aceptando como norma fundamental el juego limpio democrático evitemos que los tripartitos continúen en el poder más tiempo del imprescindible. Evocando a ZP, sea como sea, que ya está bien.
¿Saldrán Almodóvar y Bardem a ponerse pegatinas contra la guerra del Líbano?