De recuerdos y lunas

Últimas palabras

Werner Fuld en su curioso "Diccionario de últimas palabras" (Seix Barral, 2004) refiere que cuando Friedrich Engels visitó por última vez a su amigo Karl Marx, que estaba muy enfermo y languideciendo, "le preguntó si le quedaba aún algo por decir a la posteridad". Marx sacando energía de donde no la tenía dijo: "¡Fuera, desaparece de mi vista! ¡Las últimas palabras son cosa de tontos que no han dicho lo suficiente mientras vivían!"
Esto justifica nuestra satisfacción de poder decir, mientras vivimos, lo que queremos decir. Precisamente despedíamos el año agradeciendo a EPdV –a nuestros compañeros y compañeras que lo hacen posible– el ser cordón umbilical que nos desagravia de las ausencias en Villena y de Villena; hoy, retomando el año, agradecemos a EPdV la posibilidad que semana tras semana nos permite ese poder decir, mientras vivimos, lo que queremos decir. Sirva la presente columna para confirmar nuestro compromiso. Así será, así quiero que sea también este año. Pero hay un asunto sobre el que vamos a empezar a guardar silencio. La verdad es que ya hemos dicho lo fundamental que teníamos que decir. Pero para justificar mi silencio tengo que informar de antecedentes al lector.

Terminando el año, la Comparsa de Estudiantes hacía pública la convocatoria del VIII Premio de Ensayo Faustino Alonso Gotor. Entonces, en la edición digital de este periódico, un servidor introdujo con nombre y apellido dos comentarios en el foro: Uno preguntando si se iban a respetar las bases, porque en la VII convocatoria no se habían respetado premiando un trabajo que no era inédito. Otro, preguntando si las entidades patrocinadoras (Consellería de Cultura de la Generalitat Valenciana, M.I. Ayuntamiento de Villena, Comparsa de Estudiantes y Caja Murcia) serían cómplices de dolo al patrocinar una trampa.

Como haciéndome un favor, como guiado por la amistad, alguien me llamó por teléfono para informarme del disgusto de la familia Alonso Puig conmigo. Cosa que siento, le dije; pero que la verdad era la verdad. Y que desde mi opinión con quien tenía que estar dolida la familia era con quienes incumpliendo la primera de las bases del premio atentaban contra el premio. Y que esto yo ya lo había dejado claro en mi columna "Hasta la gola" publicada en septiembre pasado. Después crucé algunos correos con esta misma persona insistiendo claramente en mi postura clara: que el jurado que premió el trabajo no inédito o pecaba de tramposo o de ignorante. Tramposo si premiaba consciente del incumplimiento de la primera de las bases; ignorante si desconocía que "Villena, Ciudad Estatuto" era obra publicada.

Que la familia se ofenda es lo único que me duele y preocupa. Y pido disculpas si disgusta mi actitud. Mi intención únicamente era salvaguardar la honradez del premio. Mi admiración por Faustino Alonso Gotor no tengo que demostrarla pero si alguien precisa refrescar su memoria quepa recordar que, por ejemplo, dedicamos a él nuestra colaboración en la revista "Villena" de 2001, que escribimos en su honor y en honor de la Comparsa de Estudiantes para INFORMACIÓN cuando nació el Premio de Ensayo que lleva su nombre, que en el libro "Periodismo y sociedad. Villena, 1881-1999" tanto en la introducción que redacté personalmente como en las fichas del vaciado junto con César López y José Puche Acién nos preocupó reconocer la importante labor cultural que Faustino Alonso Gotor desempeñó en Villena. Esto lo publicado, porque quien nos conoce sabe que en nuestras conversaciones siempre hemos honrado su persona.

Si la familia me reprocha ahora mi actitud, lo siento, pero no se puede honrar un premio si no se cumplen sus bases. Aquí mi quebranto.

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