Un bobo, dos bobos, tres bobos
Si ciertos especímenes coitaran más, joderían menos...
A mí me han ‘matao’ más veces que al mismo indio en las películas del Oeste antiguas, resultándome ya ridículo el empeño de algunos de verter a los cuatro vientos, y sin sofoco alguno, un capazo de necedades en gran medida tergiversadas a razón de mi persona. En efecto, se trata de mentes brillantes cuyo brillo se debe al reflejo de la luz en la calvicie, no a la inteligencia.
En cinco ocasiones han cacareareado mi crianza de malvas resurgiendo siempre de mis cenizas cual Ave Fénix. Si en lugar de humano yo hubiese sido gato, mi tranquilidad sería manifiesta, puesto que aún me quedarían dos vidas, como en las maquinas de marcianitos de los billares del ayer. Eso es sensacional, y lo demás cuentos chinos.
Ignoro quién puede ser más tonto, si el creador del bulo o su interlocutor al creerse a pies juntillas toda la bazofia que el bulero quiera soltar por su boca. Nulidades iletradas deben ser aquellos que se niegan a rendirse a la evidencia de verte vivito y coleando, y todavía te hacen la pregunta del millón: “¿Pero tú no estás muerto?”. ¡Pues claro que no! ¡No ves que soy un holograma! Vamos, ni para echarle de comer aparte…
También se me ha llegado a otorgar el don de la ubicuidad, esto es, poder estar en más de un sitio a la vez. Como modelo pondré lo que le soltó un marujón a mí madre (q.e.p.d.) hace ya años. Le aseguró, poniendo la mano en el fuego (la debe llevar más negra que un tizón), que yo me encontraba por calle Ancha haciendo eses mayúsculas, estando yo en ese preciso instante ni más pancho en Sagunto con unos familiares. Sin calificativos me quedo.
Como remate, matizar a cierto usuario su crítica a mi pasado artículo. Aducía en ella que con articulistas como yo el hombre seguiría en las cuevas esperando que alguien inventase el fuego. Perfecto, lo de vivir en cuevas resultaría una cojonuda solución al problemón de la vivienda. En cuanto al fuego, ay señor mío, se trató de un DES-CU-BRI-MIEN-TO, no una invención. Informémonos mejor antes de meter semejante gamba.
Y como esto va listo para sentencia, éste que lo es se va pensando que si estos especímenes coitaran más, joderían menos. Lo dicho; a mí me gustan los boquerones, no los bocaranes. Hasta más ver, pues. ¡Au!
Por: Tony Piojo