Editorial

Una ciudad secuestrada

El comunicado oficial del ayuntamiento nos cuenta que durante la reunión convocada en pleno puente de noviembre para intentar salvar el equipo de gobierno “se han acercado posturas y se han limado asperezas”, pero lo cierto es que la situación política de nuestro ayuntamiento dista mucho de ser la normal, una normalidad más necesaria que nunca en estos tiempos zozobra económica y graves problemas sociales.
Por mucho que nos quieran edulcorar la situación, la verdad es que la institución pública más cercana al ciudadano, su ayuntamiento, que además es una de las mayores “empresas” de nuestra población y tiene en su mano mecanismos para minimizar, al menos en parte, los efectos perversos de la crisis y la destrucción de empleo, se encuentra secuestrada por los intereses particulares de todos los partidos que forman parte de la Corporación municipal.

Gobernantes que no se hablan entre sí (Richart con casi todos, Beltrán sentenciado por el PSOE, imposibilidad de tender puentes entre gobierno y oposición…) y partidos con la mirada ya puesta en las elecciones municipales de 2015 (eso es lo que subyace de fondo en la falta de entendimiento entre Verdes y PSOE, que se disputan el “voto progresista” en Villena, por no hablar del PP, cuya única aspiración es volver a gobernar y para ello no duda en enervar a la ciudadanía denunciando incomprensibles “expolios” al patrimonio), es el panorama que ofrece hoy en día nuestro ayuntamiento, donde unos y otros pelean sin descanso por sus pequeñas parcelas de poder, quitando irremediablemente tiempo y esfuerzos a las cuestiones que en verdad interesan al ciudadano, cada día más harto y desencantado de las continuas tropelías de una “clase política” que tropieza una y otra vez con la misma piedra olvidando para quién trabajan en realidad.

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