Una cosa más
Una cosa más antes de decirnos adiós. Una cosa más o una de tantas como podríamos ir enumerando antes de la última despedida. Como por ejemplo la distancia que separa la fanfarronada de los hechos, el farol de la coherencia, o incluso el deseo, la fantasía, de la realidad o la capacidad.
No son cosas aéreas las que vengo a referir, sino proposiciones tangibles, tan tangibles como pueden ser las palabras cuando quedan apresadas en el papel. Y vemos cómo el estudio y la reflexión, la realidad o la capacidad, llevan a nuestra concejal Mª José Hernández, delegada de Patrimonio Municipal, a manifestar que en lugar de reconstruir la Torre del Reloj, del Orejón para los amigos, se realizará un recuerdo de la misma. Tal recuerdo o cita se situará en el interior del edificio que soportará el Centro Educativo de la torre del Orejón y la Escuela Oficial de Idiomas, que imagino que será lo que hace meses se anunció como el Edificio del Saber.
Quién sabe si tantos otros proyectos en realidad no fueron más que deseos. Ilusiones que a veces convencen pero que no fructifican. Quién sabe si la realidad de la Plaza de Toros no está realmente condicionada a la explotación, para mí es evidente. Quién sabe si tal explotador condiciona su compromiso con la realización de un parking, por citar un ejemplo al tuntún como podría ser cualquier otra compensación. Será entonces cuando la fantasía tome cuerpo, y los cuerpos, por mucho que nos engañen las falseadas imágenes que muestran televisiones y revistas, son feos. Son feos porque presentan problemas, particularidades e irregularidades que no aparecían en nuestros sueños. Recuerdo, ya no sé si como historia o fantasía, el empeño del abuelo de un querido amigo por realizar una casa formada por las botellas de sidra y cava que iba acumulando. Su afán y constancia consiguió materializar tal idea. Pero el resultado físico de su imagen se convirtió en un verdadero averno cuando al soplar el viento las botellas comenzaron a aullar. Y si ninguna clara moraleja se puede extraer de esta historia diré que la cito para mostrar que el esfuerzo, la constancia y el cumplimiento de promesas no tienen porqué traer resultados positivos. Pueden traer resultados, eso sí, pero no libres de la fealdad que se esconde tras los cuerpos. Puede que tengamos Plaza de Toros, pero nadie me engañará diciendo que estará libre de pecado. Qué vale entonces, dirán, pues no sólo el hecho, la cosa en sí misma, sino también y sobretodo el fin. Y el fin es algo de lo que no se oye realmente hablar, de lo que no se muestra análisis. El fin, les diré, es lo que condiciona las fealdades que estemos en disposición de aceptar. El fin y no la cosa.
Una cosa más antes de decir adiós. Citar un pensamiento de Sloterdijk referido a la actualidad: Pertenece a la esencia de las noticias de actualidad el que cada tema en servicio sea tratado sólo hasta la correspondiente irrupción del tema de acuciante actualidad que sigue. Citarlo para convencerme de que ninguno de nuestros temas de acuciante actualidad será nunca resuelto, no sabemos si lo será porque no interesa o porque no tiene resolución, o porque su resolución tal y como ocurre con la historia de las galaxias no se subordina a nuestra necesidad de inmediatez. Mientras tanto las palabras transcurren más o menos mordaces, casi nunca divertidas, se cruzan en acusaciones, hasta que llegado el día se conviertan o no en hechos, en cosas en sí, cosas casi siempre rodeadas de fealdad y sin un determinado fin.