De recuerdos y lunas

Víctimas

La participación del poliomielítico Joaquín Merino en silla de ruedas acompañando a las víctimas del terrorismo en la manifestación de Sevilla que bajo el lema "Rendición en mi nombre no" convocó la Asociación Víctimas del Terrorismo, abrió un inútil debate en torno a la categoría de víctima. Desde la Cuatro, Iñaki Gabilondo hizo titular del caso, difundiéndolo como matute para días después pedir disculpas: "Reconocemos que la difusión del reportaje fue un error. Pedimos disculpas a Joaquín Merino, a su mujer, concejal del PP, a la Asociación Víctimas del Terrorismo y a toda nuestra audiencia." Desde el PSOE, José Blanco y Diego López Garrido también jalearon la cosa como pego sin, hasta la fecha, excusarse por la bajeza; estando pendiente una querella puesta contra ellos por el PP andaluz.
Hemos escrito "inútil debate" porque víctimas del terrorismo somos todos. Desde el momento en que tenemos miedo a decir, por ejemplo, lo que pensamos del nacionalismo, a opinar sobre ello, somos víctimas. Porque si nos callamos por miedo, lo somos. El miedo ha devorado nuestra libertad. Y sin libertad no hay persona. Y sin voz, no hay ser. En dos ocasiones he coincidido con Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio Ordóñez, concejal asesinado por ETA en 1995 –o jubilado forzosamente si utilizamos la jerga carcelaria y vomitiva de De Juana Chaos– con un tiro en la nuca disparado por Javier García Gaztelu, Txapote. Dos veces he coincidido con Consuelo y las dos veces me ha enseñado que si nos amilanamos estamos muertos.

La primera vez fue en Gandía. En febrero de 2006. Aquí coincidimos en la presentación de un "llibret", el de la falla Plaça Prado. La profesora Ana Mas nos había invitado a colaborar en el "llibret". Yo escribí un texto sobre el fuego y el juego con los sarmientos en brasas en los días de matanza. Mi primo Vicente Sanjuán hacía virguerías con ellos. Yo escribí sobre esto. Consuelo publicó un texto sufrido, sobre su experiencia personal, que he releído desde entonces varias veces para no bajar la guardia en mi compromiso con las víctimas. La segunda vez fue, meses después, en abril. En Orihuela. Consuelo participaba en una charla organizada por el Foro Social junto con Iñaki Arteta, autor de "Trece entre mil" y otros documentales de denuncia contra la intolerancia nacionalista en Euskadi. Otra vez el testimonio de Consuelo, y entonces también el de Arteta, fueron espoleta para el compromiso. Recuerdo que aquella tarde les pregunté si tenían miedo. Que yo lo tendría. Sobre todo al pensar que una posición comprometida contra la violencia no sólo podía afectarme a mí. Que si así fuera, quizás sería más fácil. Al menos eso creo. Pero pensando en mis hijas y en mi mujer que comparten el mismo coche, la misma casa, los mismos itinerarios... Mientras preguntaba me sentía muerto.

Mi preocupación por las víctimas del terrorismo no era nueva. En la sección "Desde la Ocarasa", en Villena.net, habíamos dedicado dos artículos al asunto: "La pelota vasca" y "Los riegos de aquí y las tierras vascas de allá". En éste último nos sumábamos a la campaña de apoyo del Foro de Ermua a Mikel Buesa, autoinculpándonos en la querella que le puso el gobierno vasco. Desde entonces, alguien cercano, nos reprochó irresponsabilidad por arriesgarnos con estos escritos y actos a estar en la diana de los asesinos. En la diana. Como las víctimas. Como tantas víctimas. Como víctimas. Por eso iremos donde nos convoquen y cuando nos convoquen las víctimas. Incluso corriendo el apuro de que algún tibio nos diga "facha", "fascista". —En boca puta, que dicen en mi pueblo —responderemos.

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