Villena levantada y ni un euro municipal
Dirán que tiene mérito, y puede que tengan razón. Sin embargo esta columna, apedillada El Desencanto, procura siempre la reflexión desde otros puntos de vista, más allá de la crítica fácil y demagógica. Es verdad que se están acometiendo obras en nuestra ciudad, algunas de ellas importantes. Son visibles las incomodidades de las calles cortadas, las calzadas patas arriba, los sinsabores de las obras, y todo sea bendecido por una ciudad mejor. A pesar de todo invito a los lectores a un análisis de tanto alboroto, quién lo paga y por qué todo a final de la legislatura.
Respecto a todo esto tengo que comentar que no me parece nada bien que de las arcas municipales se esté financiando toda una campaña, excelente y cara por cierto, en algunos medios de comunicación; campaña sencillamente electoralista de las bondades del equipo de gobierno. Me parecería estupendo que publicitara sus gestiones políticas, pero no como ayuntamiento, sino como Partido Popular, y de su tesorería propia. Como no es el caso hacen uso de dinero público para intereses privados, más conforme están nuestras arcas, que apenas dan abasto para el gasto corriente de nóminas y de su propia manutención.
No es de recibo que ya avanzado el primer trimestre del año en curso se prorroguen indefinidamente los mismos presupuestos desde el año 2008, cuando la liquidez es menor y la carestía al alza. Afortunadamente se ha aprobado en Pleno una ampliación de crédito para saldar cuentas con empresas proveedoras, algunas de las cuales llevaban meses, incluso años sin cobrar. Esta reparación no justifica, bajo ningún concepto, que existan facturas de dudosa necesidad, muchas de ellas innecesarias y que hay que apechugar ahora con ellas. Por ello a la hora de gastar elíjase bien lo que es imprescindible o superfluo, lo que es urgente o pueda esperar.
Prescíndase de comidas que alegran los paladares y que pagamos todos, páguese a escote o renuncien al marisco. Otra cosa que detesto es la apropiación, como si fuera resultado de la gestión de Celia Lledó, de las obras que pululan en Villena. Claro que es bueno que se hagan, pero la autoría no es total del equipo de gobierno cuando la financiación procede de otros fondos, y si esto es así que lo digan claro y alto. El Plan de Dinamización Turística, por cierto gestión del Tripartito relegado al olvido, el Plan Revita, el Plan PIP, el Plan de Competividad del Comercio Urbano o los Convenios con la Generalitat responden a fondos del Gobierno Valenciano, otras ayudas las financia la Diputación y otras importantes obras, como el Centro de Día de Alzheimer, por el Gobierno de la Nación, por más que diga ahora el PP que lo tenía en su programa, y si bien es cierto, sin el Plan E no habría Centro. Que la voluntad, sin ayudas, queda esclava del sueño.
Buenas obras son para Villena pero ninguna de ellas se habría hecho con dinero municipal, maniatado por sus contradicciones, contrataciones extras dejando fuera a los técnicos municipales, debilitado y sin preferencias razonables. Ni cuando gobernaba Vicente Rodes, ni haciéndolo el tripartito, hubo tanto caudal de subvenciones como ahora. Pero me pregunto por qué esperan las administraciones al último tramo, y cercanas las elecciones, para soltar los dineros. Tres años y medio de hibernación en cuanto a ayudas y, muy al final: ahí tenéis, que hay que ganar los comicios. Y si esto es así las legislaturas deberían durar sólo un año, lo justo para no esperar a gastar todo lo que quede en el último suspiro.
Que se hacen cosas sí, con alevosía y nocturnidad también. Pero no pretendan hacernos creer que hay una magnífica gestión, donde predomina la falta de transparencia; y mientras todo pasa y ocurre, el ayuntamiento en bancarrota.