Vida de perros

Villena no es transparente

¿Cómo lo diría? Digo decir sin cargar las tintas. Digo decir sin cargar con todo el peso en el presente. Digo decir sin dar rienda suelta a quienes están deseando atacar ni a quienes viven en la inmediatez. Porque quiero hablar de transparencia en la gestión municipal, necesaria no solo para evitar lo que hasta antes de ayer hemos padecido y que ahora ocupa las portadas de la prensa: despilfarro, favoritismo, apropiación indebida… Digo decir dentro de la prudencia, de lo productivo, del reparto de preocupaciones y de intereses. ¿Cómo lo diría? Transparencia, como modo de compartir conocimiento, preocupaciones y responsabilidad.
Entiendan, queridas personas, que recele a la hora de hablar de transparencia, cuando en nuestra ciudad escucho demandarla a portavoces de otros grupos políticos que estuvieron en el gobierno y no tuvieron la más mínima consideración al respecto. ¿Cómo dar ahora pábulo a sus actuales reclamaciones de transparencia si cuando la tuvieron la negaron, si consideraron que no era necesario facilitar información a quienes la demandaron? Debe ser porque la información es peligrosa. Al menos cuando se hace pública.

¿Por qué no se ha finalizado el proyecto de la Rambla Conejo? ¿Cuándo se conectará la última fase? ¿Cuánto dinero se ha invertido en ese proyecto? No son respuestas que afecten al actual equipo de gobierno, tal vez sí a quienes han gestionado Villena en los últimos veinte años. Igualmente el asunto de la planta de basuras, los trenes de cercanías, la muerte de nuestros acuíferos, la elaboración del PGOU, el Plan Especial de la Huerta, el alcantarillado, etc.

Imagino que será duro ser de pronto transparentes, algo así como asumir las culpas de todo cuanto ha acontecido en el último cuarto de siglo (sí, porque vistas las actitudes del resto de partidos democráticos podemos imaginarlos tal como un Urdangarín o una doña Ana Mato, insistentes en sus “no sabía nada”, “no vi un Jaguar en mi cochera”).

Pero la apuesta necesaria para tener un futuro pasa por la transparencia. La apuesta es la implicación de la población en los problemas que le incumben: en el plano local, en el provincial, en el regional, en el nacional, en el plano mundial.

Y si como hace unas semanas, por ejemplo, alguien plantea públicamente su inquietud ante una situación en materia de seguridad que resulta excepcional desde hace unos meses y requiere una respuesta de la persona responsable, es natural que viendo esa inquietud ampliamente correspondida por el resto de población la persona responsable informe con transparencia de la situación (antes de ser requeridas sus explicaciones mediante vía oficial como probablemente ocurrirá).

En fin, que tristemente parece que la estrategia de ocultar información prefiere evitar el ataque de los grupos políticos de la oposición antes que involucrar a la ciudadanía en los problemas que arrastramos. Como si no se entendiera que la transparencia, o sea, la información, es lo que fomenta la conciencia y la participación. Como si no se confiara en que somos capaces de atender el problema y la necesidad haciendo oídos sordos ante quienes solo pretenden emponzoñar en beneficio propio y, por tanto, en perjuicio de la población.

Y es una pena, porque si las personas no pueden preocuparse de sus propios intereses terminamos creando, como ya ocurre, una sociedad caprichosa y hedonista, indolente y disfuncional.

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