Estación de Cercanías

Villena Paradise

Basta con echar un vistazo rápido a la prensa nacional o ser seguidores incansables del culebrón que la vida nos ofrece a través de los informativos de televisión y radio, para darnos cuenta de que en la inmensa mayoría de ellos los mismos temas apenas varían: Cuestiones como la inmigración, la violencia machista y doméstica, los borrachos que se convierten en asesinos al volante, los muertos en carretera, el urbanismo desmedido y su peligroso equilibrio, sin olvidar –of course– las luchas de izquierdas y derechas, comparten espacio con otros temas a escala mundial que también son compañeros habituales de mesa, mantel y sofá, a saber: las continuas muertes en Irak, la violación reiterada de derechos humanos, la explotación infantil o la pedofilia, los niños desaparecidos, el calentamiento global del planeta o los desequilibrios bursátiles protagonizan de igual modo la telenovela arriba mencionada.
Desde diferentes puntos de vistas o normas editoriales son tratados estos problemas reiteradamente, y “gracias” a su diversificación mediática se convierten en algo tan cotidiano que apenas llama nuestra atención, siendo, lamentablemente, incapaces de generar reacciones adversas de puro desgaste. Pues bien, lo que me resulta ciertamente sorprendente, y no vean en ello un especial interés por los sucesos morbosos, aunque sí por el derecho a una información completa, es la curiosa circunstancia que se da en nuestra población, en la cual portadas y titulares que llenan horas y paginas nacionales están ausentes.

¿Vivimos en el paraíso? Podríamos decir que sí, de ceñirnos exclusivamente a lo que reflejan nuestros medios de comunicación; tal es así que mi hija de 11 años, desde su infantil visión de la realidad y utilizando la sinceridad absoluta que proporciona esta condición, no salía de su asombro cuando le conté que la pasada semana la policía tuvo que intervenir en un par de ocasiones –que yo haya sabido–, y ante las denuncias de unos vecinos, para detener los golpes que dos imitadores baratos de “hombre” les estaban propinando a sus parejas en presencia de sus hijos. ¿En Villena pasan esas cosas, mamá? Sencilla pregunta que no por ello es menos importante, lo que me llevó a la conclusión de que aquello que no conocemos deja de existir diluido en la invisibilidad. Y es cuanto menos llamativo que este vacío informativo se dé en Villena, ciudad que puede presumir de contar con una cantidad elevadísima de medios de comunicación –casuística poco dada en poblaciones de nuestras características– que enriquecen nuestra sociedad, y sin embargo, rara es la semana que en alguno de ellos se reflejan sucesos diferentes a lo meramente político, cultural o festivo. ¿Alguno de ustedes ha escuchado o leído los dos casos arriba referidos o ha visto alguna reseña que nos muestre que la vida nocturna y joven de nuestra ciudad no está exenta de alcohol, drogas, peleas, navajas y botellones? De la inmigración sólo hemos sabido cuando un barrio sometido desde hace mucho a problemas propios de las relaciones entre dos culturas diferentes se ha puesto en pie denunciando una realidad que nos ha abierto los ojos a su día a día, y en este atípico municipio en el que nunca pasa nada, informativamente hablando, que no sea bailar con la política y sus grescas por pescado podrido, mentiras y mentirosos, gobernantes callados y oposiciones un poco desorientadas, todo parece miel sobre hojuelas. Pero sabemos que no es así. Y no sé a ustedes, pero a mí, ante esta situación, me queda la sospecha de si este vacío informativo, que ignora temas tan importantes mostrando una idealizada sociedad alejada de la realidad, no es un pacto entre medios y ayuntamiento para proporcionar al ciudadano el dulce narcótico de la ignorancia, pues lo desconocido no existe.

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