El Volapié

Villena über alles

Me apetecía comenzar con este titular dada mi germanofilia, porque en unas patrias sus ciudadanos se unen ante las dificultades y en otras –grandes y chicas– nos tiramos a degüello cuando se trata del cetro o del bastón de mando.
El admirable pueblo alemán superó dos guerras mundiales con los tremendos quebrantos vitales y económicos que supusieron ambas carnicerías más las sangrías del Tratado de Versalles y del Muro de la Vergüenza. Todavía más, tras la caída de éste Alemania asumió de nuevo la unificación con su ruinosa parte de nación comunista volviendo a tomar las riendas de la economía europea para volver a ser la número uno. Todo ello gracias al admirable pueblo alemán, que combate sus problemas mediante la unidad y el trabajo. También superarán la presidencia europea de ZP.

En el admirable pueblo español vivimos entre la discordia permanente de la guerra fría entre hermanos y la constante tomadura de pelo a la que nos someten los políticos a diario con el rollo este de que vivimos en una democracia y cuidadito no vaya a volver el hombre del saco. Cuando un partido político se apropia del buen nombre de la patria deberíamos al menos reflexionar. Mucho más cuando se trata de la Patria Chica.

El otro título que estuve barajando para la columna de hoy era La mujer más fea de España sin ánimo de referirme a la fealdad externa, que en tal sentido no hay mujeres fea sino féminas con belleza interior –como diría un político–, finalizando por explicar que esta expresión también es aplicable a los hombres para no romper el hipócrita lenguaje de lo políticamente correcto.

Una de las consignas más manoseadas por los dirigentes políticos españoles es aquella que nos obliga a estar con ellos o contra ellos, por eso cuando la vicepresidenta De la Vega escuchó como un periodista paraguayo la presentaba como la hija de un alto funcionario del franquismo, agarró el micrófono para aclarar que su progenitor –señor Wenceslao De la Vega– no fue un alto funcionario y sí un represaliado.

La verdad es que este hombre sí fue un alto funcionario del Ministerio de Trabajo donde desempeñaba tareas de abogacía e inspección, fue condecorado con la Medalla al Trabajo y al Mérito Civil y recibió como premio notables ayudas económicas que le permitieron comprar en 1980 un piso en la calle Hernani en condiciones muy ventajosas. Estos hechos no lo convierten en franquista pero tampoco en represaliado.

El pisito –residencia de la vice– tiene en la actualidad un valor de 600.000 euros, siendo posible este enriquecimiento por la compraventa de unos terrenos que habían sido públicos y que fueron expropiados a la fuerza a sus legítimos propietarios con el pretexto de que eran necesarios para ampliar el Paseo de la Castellana.

No encontrará la Vicepresidenta del Gobierno un momento mejor para aplicar la Ley de Memoria Histórica y para devolver lo que es fruto del franquismo, así como dimitir por mentirosa y pedir disculpas a los verdaderos represaliados del franquismo.

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