Apaga y vámonos

Visitando el Paseo

Pasados ya los fastos inaugurales y la polvareda levantada por las masas asistentes a la inauguración, me fui a darme un paseo por el Paseo a fin de comprobar por mí mismo el resultado de su rehabilitación e intentar comprender la retahíla de reacciones, favorables y adversas (las más), que ha levantado. Y qué quiere que le diga, señora. La verdad es que no sé ni por dónde empezar.
1.- ¿Y los bancos? ¿Dónde coño están los bancos? No sé ustedes, pero una de las cosas que me gusta hacer a mí en los parques es sentarme, y en el Paseo va a ser difícil que se sienten más de 20 personas a la vez. Hay huecos incomprensibles entre palmera y palmera, que se llenarían a la perfección con cualquier tipo de asiento, por no hablar de la zona del Parterre, donde resulta poco menos que imposible encontrar un lugar para sentarse. ¿Es que se quedaron sin dinero a mitad de obra?

2.- ¿Y las sombras? ¿Dónde coño están las sombras? Como comprenderán, si me gusta sentarme en los parques, me gusta hacerlo sobre todo en la sombra, y más aún en verano. La eliminación de hasta 63 árboles –los 50 aligustres del fondo más 13 árboles monumentales, o casi–, además de afear el entorno, nos ha robado las sombras. Esa circunstancia, unida al diseño de las nuevas jardineras, de acero, nos va a permitir freír huevos sin sartén en el Parterre en el mes de agosto. Y no estoy exagerando.

3.- ¿Y los escudos que habían en el monumento a Chapí? ¿Y las piedras labradas a mano de los antiguos maceteros? ¿Dónde coño están los escudos y las piedras? No quiero ni pretendo ser suspicaz. Y al menos los escudos –encargados por el escultor Navarro Santafé y fundidos por Santiago Reig en 1947– puedo afirmar que se están restaurando. En cualquier caso, y en tanto que formaban parte del monumento original, solo cabe concluir que la obra original del genial escultor ha sido mutilada. Sobre las piedras, sinceramente, ni idea. Sólo espero que no aparezcan próximamente en ninguna casa de campo…

4.- ¿Y la profesionalidad de la gente? ¿Dónde coño está la profesionalidad? Vale que no hace falta ser premio Nóbel para rotular un cartel, pero escribir junto al monumento a Chapí en un texto explicativo que el genial músico nació en Villena ¡en 1951! clama al cielo. Alguien podía haber repasado los textos… y ya puestos haber limpiado el monumento en sí, que está más sucio que el palo de un gallinero.

5.- ¿Cómo se justifica el corte al tráfico del último tramo de Luciano López Ferrer? En lugar de solucionar el problema del aparcamiento aprovechando que se levantaba el Paseo para construir un parking –y ya puestos, haber instalado algunos contenedores soterrados, qué menos–, hemos creado un nuevo problema: el embotellamiento de su entorno sin explicación alguna, porque para tres o cuatro días al año que salga un evento a las puertas del Teatro, no hace falta cerrar la calle 365 días. Ignoro el motivo de tal corte y hasta el momento nadie me ha dado una explicación satisfactoria, cosa que no deberían tardar en dar, pues alguien podría empezar a pensar mal…

Conclusión: Para gustos los colores, y a mí el nuevo Paseo no me gusta. No me gusta nada. Fundamentalmente porque prefiero el verde al cemento, y ahora el verde brilla por su ausencia. Son muchas las personas que critican y criticarán al PSOE, seguramente con razón, por la Casa de la Cultura. Y para mí, el Paseo Chapí se ha convertido en la Casa de la Cultura del Partido Popular.

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