De recuerdos y lunas

Voz de los sin voz

Siempre he admirado a quienes con filantropía han sido voz de los sin voz porque su actitud, a veces hasta arriesgada, es disposición y atención para los débiles, disposición y atención para aquellos seres que por variadas razones (opresión, miedo, impedimento, debilidad...) no han podido decir. Aquí mi aprecio a estas voces que han servido o sirven de voz para los sin voz. Porque estas voces han sido y son voz del oprimido, voz del asustado, voz del impedido, voz del débil, voz... Voz que en muchas ocasiones yo he visto valiente y heroica.

En mi caso, desde la admiración que tengo por estas voces que han sido o son voz de los sin voz, también quisiera serlo alguna vez. Esto sí, sin pretensiones de héroe, voz sólo con la sencillez, con la humildad de quien pone palabras y habla y dice por los que no pueden decir, pero voz con la firmeza de saber que eres palabra de quienes débiles, asustados, oprimidos o impedidos, no la tienen. Palabra fuerte para ellos. Palabra. Sin violencia. Palabra, aunque contundente, alejada del insulto. Siempre.

Este sábado iremos a Madrid. A la manifestación convocada en defensa de la vida. Esa manifestación que saliendo desde la Puerta del Sol caminará hacia la de Alcalá. Por el Madrid más íntimo para mí. Madrid del alma. No pertenezco a ninguno de los colectivos que han convocado la protesta. Respondo sólo a mi conciencia y acaso a la conciencia que me pide la Iglesia a la que quiero pertenecer. Digo quiero pertenecer porque mis contradicciones no creo que sean un buen ejemplo para presentarme como fiel. Dios, el Dios en el que quiero creer, me libre de llevarlo en mi boca para las cosas que defiendo. Pero mi inquietud espiritual es asunto largo que yo acarreo muchos años conmigo y que he asumido como rasgo personal con tranquilidad, porque lejos de agobiarme es inquietud que me hace buscar en las experiencias de otros que han querido creer y finalmente han creído. O en las de aquellos que, al contrario, han descreído. Buscar y leer sobre la fe y las religiones es afán que me entretiene mucho porque no entiendo fe quieta sino inquieta. Fe buscadora, nunca ciega, exploradora de creencias e increencias. Pero esto es cuestión que ahora no viene al caso, porque lo que viene ahora al caso es defender a quien no se puede defender, desde esa voluntad de ser voz para los sin voz. Por esto lo de irnos a Madrid.

Nos mueve la conciencia. Ya lo hemos dicho. Nos mueve el pensar que semana antes o semana después, lo que puede crecer si no se interrumpe su crecimiento, puede crecer. Nosotros, cada uno de nosotros, fuimos lo que puede no ser al ser interrumpido. Pero, ¡bendita sea!, hemos podido ser. Como cualquier ser vivo –sea un árbol, sea un ave– hemos podido ser. Y volar y crecer. Por el horizonte hacia el horizonte. Hasta el cielo. Crecer, estirándonos al auparnos curiosos en las puestas de sol. Más allá. Y siempre más allá, amar, reír, llorar.

Iremos a Madrid a juntar nuestra voz con otras voces para ser voz de quienes todavía no la tienen. Iremos porque no nos gusta vivir donde se interrumpe la vida. Ni la vida que ha sido, ni la vida que puede ser. Iremos porque nos gusta vivir donde se lucha por la vida, donde se corre por salvarla, donde incluso hay quienes hasta, estando dispuestos para ello, arriesgan la suya para proteger la de otros. Aquí es donde nos gusta vivir: Donde la vida lucha por la vida.

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