Vida de perros

Vuelva usted mañana

Cómo crece mi Villena, no le vienen ya ni trajes ni zapatos, y en lugar de otra receta le servimos el potaje con más gato. Y si la Plaza de Toros afecta a las bibliotecas por tardona, mientras, guardamos decoro anunciando con trompeta la Sorbona. El kiosco de la Paloma se ha quedado muy pequeño y remilgado, nos lo tomamos a broma y ahora acusa el empeño demostrado. Y la sala de estudiantes no es de ninguna comparsa para fiestas, sino de los demandantes que no tienen en sus casas gruesas puertas. Vendrán luego los idiomas hasta ésta sede bien céntrica y dispuesta. Caminos llevan a Roma como hasta la sangre auténtica van las bestias. Un hallazgo, una sorpresa, una nueva casa nueva, deslumbrante; una pareja se besa dichosa en la callejuela de delante. Silbarán la Facultad y el resto de Ministerios de Villena a quienes vieron tan mal los silencios y misterios de la Celia.
Con costumbres malsanas como escuchar las radios y leer los periódicos locales me resulta difícil entender a quienes no comparten mi admiración hacia Cate y Pachi, jugadores del equipo Verde. Pese a pequeños inconvenientes propios de la comunicación (el discurso sosegado y susurrado, la extensa exposición de procedimientos y datos) sus intervenciones son tan oportunas y necesarias como inútiles y molestas parecen parecer a ojos del equipo de gobierno. La insistencia del grupo Verde respecto a los vertidos, por citar un ejemplo, no cala en esta ciudad siempre más inclinada, así lo parece, a las estocadas, a la gran noticia, al hecho inmediato, desbordante y devastador. Fuera de los grandes titulares no se valoran aparentes minucias quizás más catastróficas por su continuidad. Debemos hacer un esfuerzo, pienso queridas personas, para recordarnos que labor de la oposición supone una supervisión de lo que hace y no hace quien gobierna. La oposición en esta ciudad debe resultar en nuestro escenario una labor titánica a la que enfrentarse cara a cara cada nuevo amanecer.

Fueron también los del grupo Verde quienes destaparon el asunto de las bibliotecas: la pérdida de categoría en relación a la nueva normativa. Al respecto, para evitar la grosería ante el lectorado me limitaré a la pura anécdota: la Biblioteca Miguel Hernández no tiene más espacio, lo que le permitiría mantener su categoría, porque se espera el traslado del Conservatorio para otorgárselo. Del mismo modo ocurre con la sala de estudios y, creo, la Biblioteca de la Paz, ambas presumiblemente ubicadas en el futuro en el edificio de la Nueva Plaza de Toros. Y hasta ahí dispongo los datos, más o menos fiables, para derrochar un nuevo pero viejo supuesto: no se construyó un puente que cruzara las vías para evitar el gasto inútil que supondría tal construcción una vez soterradas las vías (no seré del todo malo y diré que la decisión también obedece a la intención de contar con mayor presión hacia el Ministerio al presentar la ciudad tan ahogada como lo está hoy).

Parece al menos un logro, tras las fracasadas negociaciones de cambiar el amplio inmueble antes tienda de muebles por la casa de nacimiento del compositor franco-villenero, la adquisición y adecuación del edificio sito en la Plaza de las Malvas. Un espacio que relega al pasado los proyectos del Hotel Alicante y de la Casa Joven ofreciendo solvencia para resolver asuntos pendientes como la sala de estudios, la Escuela de Idiomas o la Oficina de Juventud. Por cierto, hace unos días rumiamos en la barra del bar el nuevo uso del Kiosco de la Paloma, mi apuesta, si les interesa, consistía en enrejar las ventanas y meter una paloma dentro, ¿demasiado redundante?

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