Vida de perros

Y dicen que fue en un momento de buen humor

Ahora resulta que estoy a favor de la actuación de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Villena por la decisión que tomaron al colocar la pancarta que ha copado la actualidad local. Pero también estoy a favor de la decisión del Equipo de Gobierno cuando ¿ordenó? quitarla.
¿Y cómo se come eso? Con cuchara. Intento entender que la acción de la Federación se debe a una falta de respuesta por parte del Consistorio a sus constantes reclamaciones. Una labor, la de su insistencia, que a nadie escapa, puesto que la Federación, más bien alguna de sus asociaciones, se ha valido de todos los medios a su alcance para hacer ver a la ciudad el conflicto detectado. De ahí se entiende que el silencio, la ausencia de respuesta a su llamada, haya creado un posible sentimiento de impotencia. Frente a tal situación y conscientes de que su voz representa cientos de voces, la Federación decidió realizar una pancarta para hacer patente el problema que acusa (la droga, ya hay que decirlo, y el entorno que conlleva). La pancarta, más bien valla publicitaria, está situada en una de las salidas (sin vías) de la ciudad; y transmite magníficamente su pretendido objetivo. La propuesta es análoga, como comentaba Giner, a las campañas realizadas por la DGT, esas donde se muestran sin tapujos cruentas escenas de hierro y carne, de las que podríamos ser protagonistas. Se suma a la imagen de la valla –un heroinómano momentos antes de inyectarse su dosis– el slogan e imagen promocionales de nuestra ciudad: “Villena, ¿un tesoro?” como ven añadiendo signos de interrogación a la frase.

Estoy no obstante de acuerdo, repito, con la decisión que el equipo de Celia ¿ha tomado? al retirar la polémica valla. De acuerdo porque nadie, pondría la mano en el fuego, busca ofrecer tal imagen de nuestra ciudad. Estoy de acuerdo con Celia y su equipo porque yo tampoco permitiría que las miserias de nuestra ciudad sean lavadas en público. Por otro lado me gustaría pensar que además de ¿ordenar? retirar la pancarta, nuestros políticos han reflexionado acerca de su disposición a escuchar propuestas, avisos, reclamaciones o sugerencias que les llegan desde fuera de su círculo. El escenario que supongo se vislumbra tras el actual conflicto vendría a decir de algún modo: sobre estos quinientos cinco metros de tierra sobre el mar todas y todos queremos lo mejor para nuestras gentes; eso significa que arrimaremos el hombro para que todo vaya a mejor, para que nuestro pequeño mundo se pueda continuar construyendo y reconstruyendo en busca de un espacio justo y seguro para las personas que lo habitan. Y para conseguir eso hay que trabajar (el Ayuntamiento) y dejar que el resto trabaje (Asociaciones y ciudadanía).

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