Apaga y vámonos

Zangolotinos

Lo de mi neurona no tiene remedio, señora. Si la semana pasada ya le advertí que la tenía a media asta debido a la inminencia de mis vacaciones, imagínese ésta: a punto de arriarla del todo. La cosa es tan grave que hasta se me coló una de esas cagadas imperdonables, escribiendo Albal donde debí escribir Villena, descolocando a muchos lectores y confundiendo a todos al respecto de las declaraciones realizadas por el PSOE. Consten públicamente mis disculpas por ello, en especial dirigidas a los representantes socialistas.
Por ir centrándonos, les diré que lo que acabo de hacer –reconocer un error y pedir perdón– es justo lo contrario de lo que haría un zangolotino, que viene a ser un adolescente o joven que se hace pasar por niño. Dicha palabreja, de cuya existencia no tenía ni idea hasta hace un par de días, supone un reto para el que suscribe, que tiene la virtud de buscarse amigos a cada cual más friki. Se ve que se piensan que uno no tiene faena, y así, entre gin-tónic y chupito, te lanzan un reto: rescatemos una palabra extraña cada semana y hagamos todo lo posible por utilizarla. Y yo, que ya iba por la tercera copa, no tuve más luces que aceptar y marcarme el farol de decir que, además, estoy dispuesto a incluir el palabro de turno en mis columnas. Por no divagar mucho más les resumiré la historia en nueve palabras: quien propuso el juego responde a las siglas AFD.

El caso es que, cuando me senté a escribir esto, lo primero que pensé es que soy idiota: como si no fuera complicado cumplir con el señor director, ahora encima hay que escribir la columna con tirabuzones, pero hete aquí que la realidad de Villena da para eso y para mucho más. Porque, ¿cómo si no habría que calificar la actitud de los miembros del Colectivo Cívico Anti-taurino de Villena, que parecen haber decidido que cada tres días hay que mandar una carta a los medios criticando a taurinos y populares por culpa de la subvención de 12.000 euros para la corrida del día 7?

A mí, que puedo presumir de conocer a muchos de ell@s, personas excelentes por lo demás, me da la impresión de que esta actitud tan infantil, a sus años, les hace merecedores del término zangolotino, ya que a alguno sólo le falta decir eso de “es mi Scattergories y me lo llevo”. Pero como para aceptar pulpo –nada que ver con Albal, les juro– como animal de compañía estoy yo, prefiero seguir jugando y responderles que, desde el respeto a su ideología y desde la más absoluta indiferencia hacia los toros, muchos de sus mensajes rezuman demagogia, y eso sólo se presta a que se les responda con más de lo mismo: ¿12.000 euros para los toros es un atropello? Pues ni más ni menos que 48.000 para el Melendi de turno, lo que toque para las fiestas, los gastos de representación del Muy Ilustre o la pasta que se gastan en proyectos y estudios que nunca se llevan a cabo. Todo es superfluo e innecesario si tenemos en cuenta que en el tiempo que han dedicado leer esta columna se ha hundido una patera con 80 personas a bordo y han muerto de hambre 150 niños en África…

Al igual que pedir perdón cuando se mete la pata es cosa de hombres (y mujeres, of course) hechos y derechos, asumir el resultado de las urnas tras unas elecciones y las decisiones del gobierno resultante es la obligación de los demócratas hechos y derechos. Compartamos o no esas decisiones.

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