Vida de perros

ZC

Me intriga el asunto de la Zona Cero. Claro que me resulta intrigante. Es intrigante. Pero eso no demuestra que cuente con una cualidad particular, que diferencie ese proyecto de cualquier otro. Me intrigan casi todos los asuntos que penden sobre Villena. Porque me tienen en ascuas. Porque lo que conocemos sobre sus futuros es inconcluso, indeterminado, desmentido y reafirmado. Todos. Me resulta difícil extraer conclusiones o adivinar hacia qué lugar avanza cada asunto. Aún así, digo que me intriga el asunto de la Zona Cero. Porque sí. Aburrimiento, si se prefiere. O que me lo he tomado como afición. Vale. Porque el proyecto sobre la Zona Cero resulta todavía un cábala con pocas pistas.
Según conocemos se trata de una zona destinada y dispuesta para cubrir la oferta de ocio juvenil en particular y social en general. Una zona preparada para acoger empresas que ofrezcan alternativas de ocio: cines, boleras, bares, discotecas… Si no lo entiendo mal, sería algo así como emular el milagro que dio a luz a la ciudad de Las Vegas en mitad del desierto. Levantar, de la nada, una zona de ocio. Encontrar inversores que decidan arriesgar su dinero en un proyecto con tales características. No puedo decir nada al respecto, porque cada cual es libre de hacer lo que quiera. Y yo antes que dudar del olfato para los negocios de los empresarios de ocio, me comería mi propia lengua. Es decir, que si Villena delimita un perímetro y pone ciertas facilidades y una empresa dice que sí, que se embarca en la historia, yo no tengo la menor duda de que saben lo que hacen y dónde se meten. Y ojalá que esos olfatos hayan olido aquí negocio como quien huele petróleo. Por pura cuestión crematística. Mi confianza en las buenas empresas es tal que me hace suponer que el Equipo de Gobierno lleva adelante este asunto porque los contactos que dijo haber tenido con empresas del sector han dado sus frutos. ¿Qué frutos? ¿Qué empresas? ¿Con qué ofertas? ¿Dónde?

Pese a los fracasos en Biar, Almansa o Elda, estaría bien que Villena disfrutara de ese reclamo y de ese servicio. Que contemos con atractivo para las inversiones. Pero la cuestión obviamente no ha hecho más que empezar. Marcar ciertos miles de metros y señalar que van destinados a tal propósito no es más que una muestra de voluntad. También se colocó la estructura que sustenta la Plaza de Toros y han pasado meses sin que se haya movido una piedra, suerte que no nos cueste dinero. Pero yo me pregunto si los que la están pagando no preferirían que se aliviara con diligencia el gasto. Pelillos a la mar.

Y ahondando en el paño, ya avanzado el primer paso que es destinar el terreno y presentar las condiciones y el proyecto. Avanzado, pongamos, el segundo paso en el que las sociedades interesadas han presentado sus propuestas y han sido aprobadas. Llegamos a un tercer paso, y es donde el Ayuntamiento –donde se dice la ciudad– debe aportar su propio proyecto. Un proyecto que reúne actividades y espacios con los que desarrollar las áreas de Juventud, Bienestar Social y Cultura a primera vista. Ese sería el proyecto que el Ayuntamiento debe presentar. Presentar a la ciudad, quiero decir. Incluso, si no fuera mucho pedir, presentar y ser receptivo a las respuestas que recibe.

En cualquier caso espero haber explicado un poco el motivo por el que me intriga la Zona Cero. Porque la veo avanzar físicamente, diré físico, pero no conozco cómo avanza mentalmente, diré mente. Queda la esperanza y el deseo de que la criatura al nacer haya desarrollado ambas partes.

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