ZP: La honestidad no oculta el fracaso
Es posible que estas líneas molesten a mis amigos del PSOE, pero mi libertad no está sujeta al sectarismo partidista. Creo en la honestidad de nuestro Presidente del Gobierno, pero se equivocó en los cálculos de predicción de la crisis. No le dio la debida importancia en tiempos de campaña electoral, la minimizó argumentando que nuestro sistema económico era sólido y resistente, estuvo mal asesorado y, cuando le estalló de pleno, no ha hecho otra cosa que improvisar.
Regala a los ciudadanos 400 euros del IRPF como caramelo para sustituirlo después por almendra amarga. Inyecta un enorme presupuesto a la banca española, como si les hiciera alguna falta, cuando la banca nunca pierde. Si acaso gana menos por el aumento de morosidad, pero esa ayuda gubernamental no se ha visto reflejada en gestos de la banca hacia sus clientes. Sigue el poder bancario sin financiar y sin conceder préstamos a los ciudadanos de a pie. Los ciudadanos adinerados no piden créditos: tienen los dineros a buen recaudo en paraísos fiscales. Y antes, mucho antes, el Gobierno renovó el concordato con la Iglesia Española dotándola de un mayor presupuesto. Si el Estado se declara constitucionalmente laico y aconfesional ya va siendo hora no de concordatos, sino de separaciones. Es más, si la Iglesia afirma que España es mayoritariamente católica, ¿qué teme? Que la sufraguen sus millones de incondicionales, personas de bien y de fe.
Para rematar la faena se crea el famoso Plan Zapatero de inversión local con la finalidad de crear empleo. Mala cosa es que se presupueste con partidas de la Seguridad Social. Están en juego muchas cosas además de las pensiones. Y es de gran irresponsabilidad que el Gobierno no haya controlado ninguna fase del Plan: ni las adjudicaciones de los ayuntamientos, ni las contratas, subcontratas, calidad de las obras y número de empleados. Si para el segundo Plan no va a realizar ningún exhaustivo seguimiento volverá a fracasar.
Sin embargo y a pesar de múltiples errores, Zapatero ha sido coherente en una cosa: que no se vean recortadas las coberturas sociales y que la crisis incida, lo menos posible, en las clases menos favorecidas. Difícil asunto por otra parte. Ningún gobierno español, de un color u otro, ha controlado jamás, con rigor, los movimientos especulativos, ni en gigantescas empresas piramidales ni en el sangrante gremio de la construcción. Hasta que la burbuja explotó.
Si España va a la cola en la recuperación económica es porque los demás países europeos sí han tenido estructuras económicas sólidas y por la distinta mentalidad de la clase empresarial, donde los tristes EREs son la última decisión. En España ante la primera bofetada el cierre de empresa es la primera tentación. Así que difícil camino nos queda por delante. El mal entendido capitalismo, la libertad de comprar y vender, la oferta y la demanda, necesitan un control del Estado, si no es así los artistas de la especulación volverán a sonreír.
Como sonríe Rajoy ante la crisis desde la oposición. Qué bien le ha venido. Me comentó un diputado nacional del PP antes de las elecciones, y guardo su nombre para no comprometerlo, ojalá gane Zapatero, porque con la que nos viene encima
. Pues sí, de esa se han librado. Y si Rajoy piensa, a la hora de presentar alternativas, en personajes como Díaz Ferrán, Presidente de la CEOE, en las cosas que dice y defiende, apañados estamos. Su compañía aérea se estrelló por su especulativa gestión y su empresa de viajes se quedó sin billetes.