Escena 1
- No, no se puede representar.
- ¿Por qué? Otros lo han hecho antes.
- Antes… deberíamos recordar el mañana.
- ¡Ah, el mañana!
- Me gusta mucho la palabra recuerdo. Es…
- Es una palabra-trampa.
- ¡No digas eso, hombre! Eres demasiado joven para ser tan negativo. Los recuerdos son verdes y destilan chorritos de agua fría.
- Y no sirven para nada…
- ¿Para nada, Federico?
- ¡Para nada!
- ¿Cómo puedes decir eso?
- ¡Lo puedo decir y lo digo!
- ¿No tienes un poco de pan?
- ¡No!
- ¿No me vas a dar un trozo?
- ¡No, no y mil veces no! Ella ya no quiere casarse conmigo. ¿De qué me valdría darte pan?
- ¡No te vayas! ¡Espera!
- ¿Esperar? ¿Para qué?
- Para que el tiempo te convierta en leyenda.
- ¡No, no y mil veces no! ¡No se puede representar!
- ¿Por qué?
- Porque no se debe representar el sueño de un gato muerto que sueña mi pesadilla.
- Es usted demasiado joven.
- ¿Joven? ¡Somos demasiado viejos!
- ¿No recuerda ya a aquella muchacha de trenzas, blanca de quince primaveras?
- ¿Quién quiere recordar eso?
- ¡Todos deberían!
- Son solo recuerdos del irascible paso del tiempo.
- ¡Eso no nos sirve! ¡Debemos representarlo!
- ¡Les he dicho cien veces que no!
- En eso tienes razón: no debemos representarlo y dejar que cada uno lo interprete a su manera.
- ¡Pero si solo son unos sueños!
- Sí, pero muertos.
- ¿Entonces no ha valido de nada que me haya entrenado tanto?
- ¡Usted juega muy bien al rugby, caballero! ¡Siga haciéndolo! ¡No haga otra cosa!
- También puedo encender puros. ¡Incluso machacarlos!
- ¡Es usted todo un olímpico, caballero!
- Pues a mí me recuerda a aquel amor que declaré y no me fue correspondido.
- ¡Usted calle y siga escribiendo!
- ¿Por qué? ¿Eh? ¿Porque soy mujer?
- ¡Porque es usted la mecanógrafa!
- ¡Corra! ¡Corra con ella! ¡No deje que los arbustos lleguen a tapiar la salida! ¡Rápido!
- ¡Los arbustos son terribles!
- La recuerdo con sus trenzas, jurándome un amor que no ha sobrevivido.
- ¡Es que debemos soñar el mañana!
- ¡Hacer eso podría transformarlo! ¡Sería terrible!
- Terrible, sí. Como la muerte del alma de este niño, que vaga en siete dimensiones a la vez. Por eso mismo, no podemos representarlo.
- No veo porqué no, la verdad.
- ¡Por eso mismo! ¡Por la verdad! Si no tenemos la verdad absoluta, faltaríamos a alguna verdad y eso, estimada gata muerta, no se podría permitir.
- ¡Es usted demasiado joven!
- ¡Soy viejo! ¡Podría ser usted mismo mañana!
- ¡Mañana! Deberíamos recordar el mañana y soñar con ayer. Así no tropezaríamos siempre con la misma piedra.
- ¡No le entiendo!
- Porque es usted demasiado joven…
- ¿Joven? ¿Qué es ser joven? ¿Por qué debería conformarme con esperar que cambien las cosas? ¿Por qué mi paso del tiempo debería ser igual al suyo?
- ¡Debería! ¡He esperado toda mi vida para poder hablarte con la experiencia de los años!
- El tiempo va sobre el sueño
hundido hasta los cabellos.
Ayer y mañana comen
oscuras flores de duelo. - ¿Qué canturreas, Arlequín?
- No sé, no entiendo qué me ha traído hasta aquí.
- ¡El sueño! ¡Por eso no se puede representar!
- Noto que está usted muy negativo, joven.
- ¡No se puede y no se hará! ¿No se dan cuenta del embrollo de personajes y la ausencia de acotación? ¡Es imposible! ¡Es imposible recordar un mapa de la arena del desierto! No podemos recordar fielmente todo lo ocurrido!
- Por el paso del tiempo…
- El tiempo va sobre el sueño
flotando como un velero… - ¡Exacto! ¡Es justo como lo había soñado!
- ¿Quién dijo eso?
- ¿El qué?
- Me apuntó con su pistola y me llamó «maricón» y «rojo». Luego disparó. ¡Justo cinco años después de publicarlo! ¡El mismo día! ¡El maldito 19 de agosto! ¿No lo entendéis?
- Nadie puede abrir semillas
en el corazón del sueño… - ¡Cállate ya, maricón!
- ¿Veis? Por eso no se puede representar: el tiempo no ha cambiado nada. Da igual qué personaje lo diga… ¡Ni siquiera está acotado!
- ¡Echa carta!
- ¡Con ésta, tengo la mano segura!
- ¡El as de corazones!
- Tan grande como todos los corazones flechados.
- ¡Necesito dispararle una flecha!
- ¡Hazlo! ¡Rápido!
- El amor y la muerte comparten la misma cama.
- ¡Más rápido! ¡Más rápido!
- ¿Quién eres tú?
- ¿Tú me lo preguntas? Soy lo que odias que haya pasado. Lo que te atormenta cada noche mientras duermes. Lo que deforma el paso del tiempo en tus recuerdos. ¡Soy tu muerte!
- ¿Y por qué no vas vestida de negro?
- Porque da mal fario que una novia se vista de negro. ¡Más rápido! ¡Más velocidad!
- ¡Quieta! ¡Estáte quieta de una vez! ¡Insensata!
- ¿No ves que faltas a nuestra verdad?
- ¡Nada ni nadie puede discutir nuestras doctrinas!
- ¡Eppur si muove!
- ¡Te has condenado!
- ¡Vuelve a Granada!
- ¡Su Granada!
- ¡Allí se culminará la tragedia!
- ¡Oh, Granada! ¡Tan andaluza y griega!
- ¿Qué pretendéis, payasos?
- ¡Que arda!
- ¿Que arda quién?
- ¡Él!
- ¡Por rojo y por maricón!
- ¡Que cumpla sus propias profecías!
- ¡Que muera y sea sepultado en una cuneta!
- ¡Que le cubra una bandera de tierra libre!
- ¡La bandera de su Granada!
- ¡La tierra de su Granada!
- ¡La tierra de su tragedia!
Escena 2
- ¿A dónde vas, Avelino?
- Voy a tomar un poco de aire, Aurora. He tenido un sueño muy extraño.
- ¿Una pesadilla?
- Más o menos: he soñado con mañana.
- ¿Con mañana?
- Sí… y no era mejor que en el pasado.
Dedicado a Federico García Lorca (Fuente Vaqueros, 5 de junio de 1898 – Camino de Víznar a Alfacar, 18 o 19 de agosto de 1936).