Escena 1
De nuevo las seis y dieciséis de la mañana y ya van demasiadas noches seguidas. No importa la hora a la que se haya ido a la cama: como un resorte, sus ojos se abren justo a las seis y dieciséis de la mañana. Una enigmática cifra, seiscientos dieciséis, piensa.
Si al menos fuese el seiscientos diecinueve, podría pensar que el Rey Mysterio tiene algo que ver... pero no... es seiscientos dieciséis... y le persigue en los últimos diez o doce amaneceres... quizá más.
Ni siquiera lo reconoce como algo negativo. Siempre se ha sentido atraído por los números capicúa y los palíndromos... quizá sea eso lo que le lleva a despertarse, noche tras noche, a la misma hora. De nuevo, no le dará importancia y lo olvidará hasta la próxima madrugada, a las seis y dieciséis.
Escena 2
- ¡Qué fuerte me parece lo de Mari Carmen Trémol!
- ¿La Trémol? ¿Qué tontería ha hecho ahora?
- No te enteras de nada, alcalde: han dejado colgados a Ciudadanos y van a ser concejalas no adscritas.
- ¿Pero no se supone que era una persona de principios?
- De principios y finales, parece.
- Me da la impresión de que quieren asegurarse el asiento cuando Ciudadanos sea absorbido por los populares.
- ¡Qué vergüenza ajena dan!
- Ya se sabe: las ratas son las primeras en abandonar el barco.
- Pobre Arrimadas...
- ¡Oye, pues tiene su gracia! ¡Arrimadas al PP!
- Brillantísimo, brillantísimo, Juan José.
Escena 3
- Buenos días, señor alcalde.
- Buenos días, Avelino.
- Parece cansado...
- Hace días que no descanso bien. Me despierto de madrugada y...
- ¡Vaya!
- ¡Buenos días, chicos! ¿Qué tal va todo?
- Buenos días, señorita Graciela. Aquí estamos, intentando poner solución a los problemas de insomnio del señor alcalde.
- ¿Duermes mal?
- Bueno... llevo días despertando a las seis y dieciséis.
- ¿Has probado a comprar lotería con ese número?
- ¡Qué gracioso, Andrés! ¡Me parto de la risa!
- Creo que puedes indagar un poco sobre el número, para saber si el Universo se quiere comunicar contigo.
- ¡Madre mía! ¡Qué misticismo!
- No seas bruto, Andrés. La numerología es una cosa muy seria.
- Sí, sí. Serísisisima.
- ¡Ya sabemos qué tipo de estudios avalan a la señorita concejala de deporte y tiempo libre! ¡Licenciada en Astrología y Chismes por la Universidad de Cambridge de Mirra!
- Buenos días, señor Alcañiz.
- ¡Hombre, Juan José! ¡Éramos pocos y parió la burra!
- Buenos días a todos. ¿Qué se cuece hoy?
- Intentamos resolver los problemas de insomnio del alcalde y Gabriela ha sugerido que mire no sé qué de numerología.
- … yo... casi que me tengo que ir ya...
- ¡Dónde vas, sinsangre! Ha llegado tu psicoanalista. ¿De qué se trata?
- Se despierta todas las madrugadas a la misma hora.
- A las seis y dieciséis...
- Por eso lleva esa cara de acelga siempre.
- Eso y que, parece ser, está enamorao.
- ¿Sí? Cuenta, cuenta...
- … yo... voy subiendo a la alcaldía... si necesitáis algo...
- ¡Espera, hombre! La Numerología indica que es...
Escena 4
- Es genial que estés buscando piso aquí.
- Después de tantos años, creo que ya es hora de regresar. Valencia es una ciudad demasiado grande, alcalde. Allí la gente está... deshumanizada...
- ¿Crees que aquí no? Si supieras la cantidad de tipos que conozco que usan chaleco porque su pelo sólo admite gomina y raya al lado...
- Jajajaja. ¡Qué tonto eres!
- ¿Tonto? No. El otro día me llegó, de nuevo, una solicitud de la Peña Taurina “Mozo de estoques” para realizar una nueva corrida en la Plaza del pueblo. Ante mi rotunda negativa, tuve que recibir el desprecio público de uno de mis mejores amigos de la infancia...
- ¡Oh! Lo siento...
- No te preocupes, casi estoy acostumbrado a que la gente imponga los ideales de otro a sus propios sentimientos. Creo que, si pudiera leer esto, se daría cuenta de que siento más aprecio hacia él de lo que él muestra hacia la Fiesta Nacional.
- Fiesta Nacional... curiosa manera de llamar al linchamiento de seis hervíboros...
- No creas que, volviendo aquí, te vas a librar de la gente deshumanizada.
- ¡Qué pena!
- Aun así, no pienses que pretendo hacerte desistir de que vuelvas, ¿eh? Me encanta tenerte cerca. Por cierto, ¿cómo llevas tu informe sobre lo de las fotovoltaicas?
- Recopilando datos todavía.
- Menudo zarangollo se ha formado. ¿Ves cómo en los pueblecicos también perdemos la cabeza? Maldita fiebre del oro...
- Es la historia de siempre: los ricos quieren ser todavía más ricos; los pobres, lo que quieren, es dejar de ser pobres; los que pueden sacar provecho de la situación, lo hacen; los que piensan en lo que se pierde al explotar los recursos naturales, se ponen en contra; los que están a favor, culpan a los que se oponen tildándolos de antiprogresistas progres y, así todos, de una manera o de otra, conformamos el elenco de esta farsa que, como diría Calderón, es el teatro del mundo. La verdad es que la humanidad ha transformado el entorno para su comodidad: tenemos decenas de miles de kilómetros de autovías, que antes fueron carreteras, surcando el paisaje del planeta y, curiosamente, nadie es consciente de que ese suelo asfaltado, también forma parte de la Madre Tierra.
- Tienes razón, pero... siempre podemos intentar minimizar los daños, ¿no crees?
- Desde luego, pero sin volvernos locos, alcalde.
- ¿Te quedas a cenar? Ahora que han retrasado el toque de queda...
- ¿Me estás tirando los tejos?
- ¡Claro!
- ¡Oh! Te está vibrando el teléfono...
- Perdona, es Juanjo. Dime Juanjito... sí... a las seis y dieciséis... sí... sí... ¡No jodas!... vale... gracias, tío... hasta mañana... chao.
- ¿Ocurre algo?
- Que creo que, en el próximo capítulo, vamos a flipar bastantico.