Estación de Cercanías

¡A callar!

Algo más de 100 días han sido suficientes poder empezar a dibujar los derroteros por los cuales se va a mover el nuevo gobierno del Partido Popular. Caminos del “porque puedo”, que sin duda nos van a marcar los linderos entre los que vamos a estar conminados a movernos durante esta legislatura.
Después de repasar las valoraciones que desde los dos partidos de la oposición se hacen al respecto de este periodo transcurrido desde el 27 de mayo, lo único claro y con una solidez demostrable es la situación de marginación, por parte del PP, a la cual se están enfrentando el resto de partidos con representación democrática, por voluntad de más de 7.000 villeneros, que así lo quisimos y que sin dudas estamos ninguneados –¿de qué me sonará este término?–, pues merecemos ser escuchados a través de nuestros representantes y a la vez poder conocer.

Pero lamentablemente no es así, y atrás quedaron los días de oposición del Partido Popular, en los cuales, y gracias a su participación en las Comisiones de Gobierno, podían enarbolar este órgano como bandera de su discriminación cuando sus propuestas, ideas o conceptos nos eran tenidos es cuenta. Pero eran otros tiempos, y ahora esta novedosa y hermética forma de entender la política participativa que el Partido Popular ha implantado, así como este nuevo concepto de la ilusión que se nos está mostrando, somete a los partidos en la oposición a esta situación de vergonzoso autoritarismo que le dificulta poder realizar con el rigor necesario su trabajo en el ayuntamiento, y por lo tanto anula el derecho de palabra y voz a los ciudadanos que allí les pusimos. Pero eso no es todo; si ellos, que son parte del entramado político del pueblo, se mueven a tientas y por suposiciones, ¿qué posibilidades tenemos el resto de ciudadanos de poder mostrar oposición a lo que se va a realizar? ¿No se han dado cuenta de que solamente podemos opinar y cuestionar sobre lo sucedido o acontecido a posteriori?

Y en esas estamos, opinando y discutiendo sobre lo que ya ha pasado, sobre decisiones ya tomadas o concesiones realizadas o negadas, discusiones que a la postre nada tienen de provechoso para nadie, pues son en tiempo pasado y tan solo consiguen el objetivo que el Partido Popular se ha marcado: enredarnos en ellas a sabiendas de que nada va a modificar su voluntad, y mientras tanto seguir actuando a sus anchas, y nosotros, mordiendo el anzuelo y pataleando inútilmente ante un dinero malgastado (fiesta 40º, renovación del despacho de la Sra. Lledó), o ante una caótica organización (corrida toros), sobre una apresurada respuesta (ante-proyecto para el subsuelo) o desconociendo las contrataciones de asesores y más asesores que se están llevando a cabo, “probablemente” para compensar pasados favores.

Y este desalentador panorama me lleva a pensar que durante este cuatrienio todas las cuestiones que quieran ser tratadas y sometidas a debate desde la oposición, van a quedar como piedra arrojada al río, depositadas en el vacío y sin posibilidad de rescate una vez la corriente la arrastre o su peso la haga posarse en el fondo, quedando relegada al olvido, siendo capaz únicamente de dibujar de forma efímera una huella en el agua al ser lanzada, sin mayor trascendencia. Creo que debemos perseguir que la huella sea persistente y sólida, y hacia allí deben mirar los que están acallados por el nuevo sistema, y conseguir que aquellos que no nos dejamos encandilar por los faustos y destellos de tanta promesa, palmaditas de compadreo y líneas de crédito ilimitado tengamos nuestra legitima y digna representación en el ayuntamiento.

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