El Volapié

¡A los toros!

Agosto es el mes taurino por excelencia. Y eso que estos días no se celebran grandes ferias taurinas. Atrás quedó marzo con las ferias de Fallas en Valencia y la Magdalena en Castellón, atrás también Sevilla con los triunfos de Enrique Ponce, aunque los estrepitosos fallos a espadas le privaron de las orejas, Salvador Cortés, que abrió a patadas la puerta del Príncipe, y con la retirada de José Mª Manzanares, a quien le acaban de conceder la Medalla de Bellas Artes. Hace tiempo también se la impusieron a Pepe Luis Vázquez y a Curro Romero, lo que no deja duda de que la tauromaquia es el octavo arte. De igual modo quedó en el recuerdo el éxito de César Jiménez en la Monumental de las Ventas durante la Feria de San Isidro en este año de efemérides, pues se cumplía el LXXV aniversario de su inauguración.
Con las ferias de Alicante y Badajoz por San Juan, las ferias de Valencia y Sevilla por San Jaime, llegamos a este mes tórrido en el que las cuadrillas recorren la península de cabo a rabo, fundamentalmente por los pueblos de España. Por estos días, el recuerdo de los aficionados siempre va a parar a Linares, donde están celebrando la feria de San Agustín. Por ahora en 1947 falleció Manolete a consecuencia de las heridas que sufrió en dicha plaza. La ciudad minera de Linares sufría una durísima posguerra y el duelo nacional fue tremendo. En Villena se quedaron sin verlo torear, pues el 7 de septiembre de aquel año era la única tarde que estuvo contratado para presentarse en nuestra plaza.

Ir en agosto a los toros es condición para ser un buen aficionado. En agosto en los tendidos de sol hay buenos aficionados, porque mira que hace falta valor. La verdad es que los precios de las entradas a los toros son muy variados, incluyendo lo desmesuradamente caras que son en las plazas pequeñas, pues los costes generales de cada festejo son parecidos independientemente del aforo de los tendidos. Fuera aparte esta circunstancia, y basándonos fundamentalmente en las corridas celebradas en plazas de primera y segunda categoría, hay gustos para todos. Desde los 4 ó 5 euros que puede costar una andanada de sol, hasta los espeluznantes 90 ó 100 euros de las barreras de sombra. En medio hay un amplio abanico de precios que oscilan alrededor de los 15, 30 y 50 euros por término medio, lo que propicia que los que no tenemos otros vicios menores podamos disfrutar de este espectáculo cada vez que se pone a tiro.

Decía antes para todos los gustos porque una corrida de toros es el acontecimiento en el que la democracia se muestra en un estado más puro. Cada cual se sienta donde más le gusta. A veces obligado por las carencias económicas y a veces por gusto, pero el pastel es el mismo para todos. Todo quisqui tiene permiso para expresar con libertad absoluta todo aquello que le inspire lo que va sucediendo en el albero. Tras la lidia los espectadores pueden pronunciarse en el sentido que mejor les plazca, incluso mayorías con matices: Silencio, pitos, abucheos, bronca, palmas, aplausos, ovación… Además se puede premiar o castigar a los tres espadas con el mismo veredicto y mantenerlo o modificarlo veinte minutos más tarde en función de la nueva faena. Más o menos como en nuestra democracia, donde puedes optar entre pitos o flautas a sabiendas que lo que pidas se mantendrá cuatro años en el poder y toda la vida en las convicciones.

¿Saldrá ZP por la puerta grande o se lo comerá Otegi?

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