Fuego de virutas

Aceite y pan

Decíamos hace unas semanas, recordando Segura de la Sierra y otros pueblos jienenses y espacios de monte alrededor, que el aceite es oro. Oro. Y también será manjar esta semana. Esto esperamos. Y sirva lo que sigue en homenaje al poeta Vicent Andrés Estellés que con su oda al pimiento de sus "Horacianes", nos inspiró.

La oda me la descubrió hace años Pablo Perales, Director mío en el IES Miguel Hernández de Bigastro. Estaba yo dando clase en la biblioteca, habilitada como aula ante la falta de espacios, endemismo de muchos centros en la realidad educativa que vivimos; estaba con los alumnos de Diversificación y... Entró Pablo, cogió el libro de una estantería y nos la leyó. En ese valenciano delicioso y de corazón urbano que él tiene alimentado de infancias y barrios en su capital. Recordando ahora aquel momento e inspirado por la poesía que decíamos, decimos:

Sírvase de pan. Una hogaza. Más de dos libras es más que suficiente. Pan con mucha miga. Y a ser posible pan recién hecho. Caliente. Abundante pan, pan con mucha miga y recién hecho. Caliente. Pan y un plato grande. Mejor liso. Aceite y sal. Pan, aceite y sal. Pan recién hecho. El pan lo partiremos con la mano. Hay quien lo parte con cuchillo, que es lo que recomiendan los libros de protocolo. "Es chabacano agarrar el pan con toda la mano para cortarlo" y " más grosero es aún partirlo con la mano, pues el pan debe cortarse siempre con el cuchillo" (...) "sólo las personas mal enseñadas y de baja educación son capaces de ello" —se dice en las webs del decoro no sin contradicciones. Pero nosotros recomendamos partir el pan siempre con la mano. Si bien, cogido siempre con ternura. Boca arriba el pan, en unos segundos, le arrancamos con los dedos índice y pulgar, como pellizco grande, un pequeño trozo dejando desnuda la miga. Con la parte de la corteza hacia arriba, presionamos sin apretar demasiado sobre el aceite vertido en el plato. Mejor plato liso. Presionamos dibujando círculos o una espiral, o recto desde el centro del plato hasta su borde, hacia atrás. Retiramos los dedos y con el trozo empapado esperamos un poco para que gotee lo sobrante. Sobre el plato. Esto, esperando un poco. O también pueden darse unos golpecitos suaves con el canto de la mano sobre la mesa sin dejar de sostener, sobre el plato, el pellizco empapado en aceite. Comprobando que el trozo con miga no gotea, lo conducimos hacia la boca. Introducimos el pan en la boca. Y, a diferencia del poema de Vicent Andrés Estellés, sin precipitar el bocado. Sin prisas. Masticamos a placer. Repetiremos la operación hasta rebañar. Respecto a la sal se añadirá a gusto. Conviene, de entrada, no abusar de sal. Más vale añadirla paulatinamente que estropear el aceite salándolo en exceso.

Durante la comida, puede que por la comisura de los labios aparezca algo de aceite. Aquí sí que recomendamos cierto decoro y usar servilleta de papel o tela. No resulta distinguido el limpiarse con la mano, con el brazo, con el mantel o con la lengua. Respecto a la cantidad a consumir repítase la operación hasta satisfacer el apetito. "Porque el hambre no es hambre cuando se va a matar". Nuestra hambre, teniendo comida para matarla, es sólo apetito. Esto me decía mi abuelo cuando le decía: "Abuelo, tengo hambre". Gracias a Dios, nosotros sólo tenemos apetito. Apetito apetitoso.

Información nutricional del aceite: 73 % de ácidos grasos monoinsaturados. 8,3 % de ácidos poliinsaturados. 13,3 % de ácidos saturados. 899 Kcal. cada 100 gr.

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