Apenas tres meses después de cerrar la Fase 4 con Black Panther: Wakanda Forever, Marvel Studios abre la Fase 5 con el estreno de Ant-Man y la Avispa: Quantumanía, una película en la que repiten Peyton Reed tras las cámaras y Paul Rudd, Evangeline Lilly y los veteranos Michelle Pfeiffer y Michael Douglas delante. Las novedades son, en efecto, pocas, porque en Marvel saben que tampoco les hace ninguna falta: la presencia de la prometedora Kathryn Newton como la hija del protagonista y nuevo fichaje que sumar a la nómina de superhéroes del UCM (y de los jóvenes, que hay que renovar al personal para asegurarse el futuro de la multimillonaria franquicia); un Bill Murray que se anunció a bombo y platillo por aquello del hype y que finalmente no pasa de presencia episódica; y Jonathan Majors como el villano de la función, Kang el Conquistador, al que presentaron en la serie Loki, que se supone será el antagonista principal de una nueva multisaga como Thanos lo fue de la anterior, y que me parece lo mejor de este nuevo film de Marvel con diferencia.
Por lo demás, este El Hombre Hormiga 3 (¿Qué ha sido de aquellos títulos de antaño, sencillos, con cifras y en castellano?) funciona como lo que es: un divertimento de fantasía y ciencia ficción de primer orden al que tampoco hay que pedirle peras; así como un nuevo capítulo de un serial como los de antes, que retoma elementos vistos en las entregas anteriores y anuncia otros nuevos para terminar en el consabido cliffhanger escenas post créditos mediante, pero concebido para verse en la gran pantalla y con la base de un presupuesto elefantiásico y un gran público rendido de inmediato que sabe que no solo acudirá a ver la película lo antes posible, se hará la foto con el casco del personaje en el vestíbulo del multicine para poder compartirla en Twitter y se comprará el cubo de palomitas específico del film, sino que estará atento para reservar en preventa la edición limitada de coleccionista en formato steelbook con disco HD 4K, disco bluray y disco de material extra antes de que algún desalmado se la quite. Si haber conseguido que esta dinámica se convierta en norma que se repite en un estreno tras otro no es triunfar por todo lo alto, que venga Stan Lee y lo vea. Pero, francamente, creo que lo que necesita Marvel Studios con urgencia, si no quiere acabar muriendo de éxito, es reducir el número de proyectos con el fin de que cada estreno se convierta en lo que era hace poco más de un lustro (¿o era una década?): un verdadero acontecimiento. Y eso, con tres películas y el doble de series viendo la luz por año -lo que significa nuevo material audiovisual cada mes o mes y medio, nada menos-, es sencillamente imposible.
Y sigamos hablando de acontecimientos: por un lado, acontecimiento y de lo más dramático es el que sufren los protagonistas de Llaman a la puerta, la nueva película de M. Night Shyamalan; por otro, también lo es lo que experimentamos los admiradores del cineasta de origen indio cada vez que estrena una película. Y esto último también tiene su parte negativa: el exceso de expectativas puede ir en contra de la recepción del film, y es bien sabido que el director de El sexto sentido se ha encontrado, una vez sí y la siguiente también, con unos espectadores que no han sabido o querido gestionar el hecho de no volver a sentir lo mismo que sintieron viendo la película que puso el nombre de su realizador en el candelero.
Personalmente, y aunque soy de los que encuentran en su filmografía muchas más joyas -incluidas varias obras maestras del fantástico- que decepciones, considero que en esta ocasión su nueva cinta no me ha gustado todo lo que me gustaría que me gustase. Y no sé si tendrá algo que ver el hecho de que por vez primera el realizador de El protegido y El bosque -por citar las dos películas que más me entusiasman de las suyas, todavía hoy- se ha basado en un material ajeno como punto de partida: la novela La cabaña del fin del mundo de Paul Tremblay, que ya adelanto no he leído y por tanto no puedo comparar con la adaptación que nos ocupa. Este era uno de los tres datos de los que disponíamos desde que se anunció el proyecto; de los otros dos, el protagonismo de Dave Bautista -que sí, que también trabaja para Marvel, como todo el mundo- y la idea de que toda la acción de la película se mostraría en un único plano secuencia al estilo de La soga o El arca rusa, solo el primero ha terminado materializándose... Y creo que no he leído a nadie hablar del abandono del segundo, y mira que era una opción que prometía mucho en manos de un virtuoso como Shyalaman.
Precisamente ese estilo tan reconocible lo seguimos encontrando en Llaman a la puerta, aunque en un par de momentos detecté algún subrayado excesivo en el movimiento de la cámara que, sinceramente, creo que sobraba. Lo que no creo que sobrase son los flashbacks, porque su visualización como algo que ocurrió realmente y que pueden rememorar los personajes sirve para conferirle la misma credibilidad al flashforward que veremos hacia el final de la cinta. Lo que no hay es plot twist final, y si lo hay es tan burdo por predecible que no me lo pareció... pero ni falta que hace. Lo que sí hay, y me sobra, es cierta lectura adoctrinadora (la pareja protagonista está formada por dos hombres gays, y en este caso no es algo gratuito sino fundamental para el desarrollo y la conclusión de la trama); y lo que me falta es algo más de chicha en un relato que me parece ideal para un capítulo de la mítica The Twilight Zone pero no tanto para un largometraje de cien minutos. E insisto en que como no he leído el libro de Paul Tremblay, desconozco si este supuesto problema ya estaba en aquel o es responsabilidad del cineasta por entero. Pero al margen de todos estos peros, Llaman a la puerta tiene la suficiente entidad como para considerar que Shyamalan parece haber superado definitivamente el bache que supusieron Airbender y After Earth, y que así vuelve a renovar el interés por esperar con ansias su próximo acontecimiento. Lo mismo que sucede con Marvel Studios, vaya, aunque en el caso de la productora sospecho que no se lo merece igual.
Ant-Man y la Avispa: Quantumanía y Llaman a la puerta se proyectan en cines de toda España.