Viéndolas pasar

Además, hay que parecerlo

Además de serlo, hay que parecerlo, dice la adaptación popular de aquella famosa frase sobre la mujer del César. Esto es algo que debería tener muy claro y muy en cuenta todo gobernante, sea del ámbito que sea, cuando ejerce sus labores de gobierno.
Si en dichas labores el gobernante es honesto, mucho más debe serlo a la hora de ofrecer información sobre las mismas. La importancia que cobran las formas y maneras de aquellos que tienen la responsabilidad de informar, desde dentro, de la actividad de cada Equipo de Gobierno, puede llegar a resultar determinante a la hora de que el ciudadano otorgue credibilidad a dicha información o se la quite, verbigracia, la legislatura pasada.

Cuando además de gobernar, dicho ejercicio de gobierno se realiza desde una aplastante mayoría absoluta, el Gabinete de Comunicación de ese equipo de gobierno debería tener mucha prudencia y no sólo informar desde la honestidad (serlo) sino también, cuidando las formas antes mencionadas (parecerlo). Y parecerlo no significa aparentar que lo que se dice es verdad –damos por hecho que lo es–, tampoco significa pasar el rodillo y decir aquello de “a quien no le guste que no lo lea” porque, no se nos olvide, dentro de tres años y pico, esta forma de hacer pasará factura.

No seré yo quien cuestione a nadie del Gabinete de Prensa del actual Equipo de Gobierno, no porque yo sea cercano a la ideología del mismo sino porque si lo hiciese, estaría tocando de oído. No obstante, en ello, en el oído, y en una brevísima conversación con alguien de ese gabinete que ni siquiera conozco, me baso para encender esta luz de alarma. Bastantes son las voces que se están levantando en contra de las formas de actuar de este gabinete y ello significa una cosa: que alguien debería tomar cartas en el asunto y corregir los, llamémosle de momento, errores que en él se están produciendo.

Hubo algo que yo critiqué con mucha insistencia en la pasada legislatura y recuerdo que en varias columnas y foros se lo dije a la Sra. Tortosa, también en persona: “No se puede gobernar sólo para una parte de la población”. Quiero decir con esto que es deber de quien gobierna mantener correctamente informados a los ciudadanos, respetando en todo momento su ideología, sus preferencias periodísticas y la libre elección del medio de comunicación y, por tanto, opinión, que cada uno tenga.

Siempre me han hecho gracia aquellos anuncios que escucho en la radio: “Busco trabajo para chica de 16 años. Puede ser de dependienta, cuidando niños, camarera…”, ¡vamos hombre, casi nada! Por la forma de decirlo, como si fuesen profesiones sin importancia, dejar en manos inexpertas un negocio o la atención al cliente de un restaurante… ¡o la educación de los hijos! Pero bueno, si atrevido es quien solicita ese trabajo, irresponsable es quien se lo da.

Y es que, mucho me temo, algo similar puede pasar en la política. No todo el mundo está a la altura del puesto que desempeña, pero no es tanto culpa suya como sí de quien lo designa. Y no es sólo por una cuestión de profesionalidad, que también, sino por una cuestión de formas y formación no necesariamente académica sino personal y democrática. Algo que ya lo vimos y lo vemos en algunos y algunas ediles y que resulta siempre preocupante, pero si sucede estando al mando de un órgano de comunicación / publicidad, puede resultar hasta peligroso, y es que para estar en dicha posición se necesita tener, además de madurez, una profunda vocación democrática y, por supuesto, la absoluta seguridad de que el proyecto en el que estamos embarcados es el mejor y creemos en él.

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