Opinión

Agua

Nuestro amigo y colaborador Mateo Marco Amorós – profesor de Historia en el IES de Bigastro– publica hoy en Diario Información un artículo de opinión a raíz de la polémica que ha generado el acuerdo entre regantes de Villena y la multinacional francesa Danone para embotellar y comercializar agua mineral de los acuíferos locales a través de su filial Agua Font Vella - Lanjarón S.A.; operación que cuenta con el visto bueno del consistorio villenense. Por su interés, lo reproducimos a continuación:
Lo mejor que le podría pasar a Villena es que la planta embotelladora de Danone se instalara en Caudete. O en Yecla. Así, el Ayuntamiento no tendría que justificar ante el Consell la necesidad de esta industria en la ciudad. Así, el Consell no tendría que explicar ante el Gobierno central por qué en su territorio se clama contra la sed y, al tiempo, se vende agua para paliarla. Como si el problema de los acuíferos del Alto Vinalopó, y más, como si el problema hídrico de la Comunitat Valenciana, y mucho más, como si el desequilibrio ácueo nacional, el prístino de la España seca y la España húmeda, fuera ahora que en Villena se va a embotellar, como mucho, 0,7 hectómetros cúbicos al año. Así, el Gobierno tendrá en Villena agua dispuesta para seguir atendiendo la demanda que no cubrirá el trasvase Júcar-Vinalopó, trasvase corrompido por el Gobierno desde que se cambió la toma desde Cortes de Pallás al Azud de la Marquesa. Así el Gobierno, los gobiernos, tendrán recursos hídricos en Villena para atender, Vinalopó abajo, toda la sed que se tenga que atender. Así tendrán en Villena esa agua de boca que es moda decir ahora, esa agua bebible cuya demanda por parte de las tierras de salazón tampoco cubrirán las desalinizadoras que los ayuntamientos costeros no quieren en su litoral.

Sí, sería estupendo que la empresa se instalara en Caudete o en Yecla porque para muchos villenenses se apagaría un tema de discusión y de crispación. Que si sí, que si no. Que si los intereses de unos y los intereses de otros. Que si los regantes. Que si mi amigo Andrés Martínez... Y qué bien si este amargo cáliz lo apartáramos para siempre. Que ya está bien de hablar de agua en Villena porque podríamos concentrarnos, de aquí en adelante, en septiembre. Sólo en septiembre y siempre en septiembre, ya sólo en nuestras fiestas. Sí eso, sólo en nuestras fiestas, que tantos problemas tienen las pobrecicas. Sería lo mejor.

Primero fue el trasvase Júcar-Vinalopó, trasvase que en un principio, desde Cortes, iba a ser para consumo urbano y agrícola, pero que al cambiarse la toma perjudicando a Villena se transmutó sólo en agrícola. Y según expertos, ni siquiera todos los cultivos tolerarían esa agua. Sí, se dijo que sería útil sólo para el campo. Y para jardines y baldeo de calles como aprobaron algunos ayuntamientos del Vinalopó, entonces socialistas, que fueron barridos y baldeados en las municipales de mayo. Eso antes. Porque ahora, contra Villena, podría ser la oposición furibunda desde Valencia, desde Madrid, desde diversos medios, a este proyecto de embotelladora que beneficia a los villenenses, podría ser la ni gota que colma nuestro vaso de amargura. Precisamente, el de una ciudad que ha visto en un siglo cómo sus aguas, antaño caballeras brotando, dejaron de serlo para saciar la sed de una provincia sedienta.

En 1908, hace cien años, el Canal de la Huerta de Alicante adquirió a la Sociedad Atienza, Esteve y Carrió el derecho a la propiedad de 150 litros por segundo de los pozos del Zaricejo, en Villena. Esto, en un contexto de merma de manantiales y de una sequía que terminaría siendo pertinaz. Esto, pese a la oposición de algunos villenenses que veían que un bien que podía repercutir directamente en el desarrollo de su territorio salía hacia otros territorios. Esto. Más la indignación de ver cómo la actividad extractiva en los pozos adquiridos por el Canal de la Huerta disminuía los colindantes. Y viceversa. ¡Canal de la Muerte! -bautizaron desde la preocupación los villenenses más beligerantes al Canal de la Huerta-. En realidad, los más beligerantes, como protesta, en la noche del lunes uno de febrero de 1909, dinamitaron tres metros de un conducto de los Atienza, concretamente el que aportaba agua a sus arrozales.

Ni las protestas pacíficas, ni las violentas, sirvieron a los villenenses comprometidos para evitar la exportación del agua aflorada en su término. El tres de marzo de 1909, "La Voz de Alicante", en un artículo dedicado a la Sociedad Canal de la Huerta, celebraba el éxito del Barón de Finestrat en Madrid, agradeciendo el apoyo al proyecto del Canal a los diputados Canalejas y Escario, también a Manuel Senante. El caciquismo, tanto conservador como liberal, había hecho causa común con la capital en prejuicio de las demandas villenenses. Su gozo estaba en los pozos. En los pozos de Villena donde se apaga la sed de la provincia y se enciende el dolor de un pueblo expoliado.

Fdo. Mateo Marco Amorós

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