De recuerdos y lunas

Arrastraos

El paisano José Vicente Arnedo Lázaro acaba de publicar el primero de los tomos de la "Historia de la Comparsa Bando Marroquí de Villena". Digo primero porque la intención del estudioso es, por lo menos y según me confiesa, confesándome sus inquietudes y proyectos, ilusiones y desvelos, lunas y esperanzas, publicar diez u once tomos. Quien piense que su pretensión es mucho estirar la Fiesta y que si la Fiesta no puede dar para tanto menos puede dar una comparsa, que se adentre en la lectura de lo que se nos ofrece ahora y verá –yo lo he visto con sorpresa– que se hace honor a aquello de "con paciencia y una caña...".

Arnedo no quiere dejar que el tiempo expolie la memoria. La lectura de esta primera entrega, que he tenido el honor de conocer por adelantado gracias a la gentileza del autor, por un lado me ha informado de aspectos relacionados con la Fiesta de Moros y Cristianos que desconocía, por otro, me ha permitido saber de personas y reconocer en ellas valores dignos de imitar bien en la Fiesta bien más allá de la Fiesta. Porque algunos de los valores de la gente de la Fiesta son valores útiles para otros ámbitos. Aquí vive uno de los aspectos meritorios que hemos visto en el libro que se nos ofrece.

El lector familiarizado con estos temas reconocerá en algunos capítulos asuntos ya publicados por Arnedo en revistas festeras, pero también hay nuevo en el libro. Así, entre recopilación y novedad, se nos presenta el variopinto mundo de una Comparsa que nació según la tradición, confirmada por las pesquisas afortunadas del historiador, en 1866. Una comparsa popularmente conocida por los Arrastraos que en su dilatada historia ha aportado a la Fiestas de Villena un modelo de buen hacer e innovaciones que en algunos casos han servido para mejora de las mismas.

El estilo narrativo de Arnedo, lo hemos escrito en el prólogo que nos ha pedido, es un estilo en ocasiones informal y descarado. Llamamientos directos al lector sin guiños ocultos, quien no conozca al autor o quien no esté familiarizado con sus formas es muy fácil que pudiera parecerle irreverencia en algunos pasajes. Arnedo, en ocasiones, no es amigo de la prudencia y escribe lo que a pie juntillas cree que debe escribir. Con sinceridad, con desparpajo. ¿Con descaro?... Yo veo, sobre todo, confianza. En él mismo y en el lector. Arnedo, a veces, escribe como cuando en tertulia festera, en el momento del socarraíco, se comentan cosas de las Fiestas. José Vicente nos recuerda en este tomo y en sus escritos el consejo de su abuelo Jerónimo Lázaro García: el escribir para la tropa. Y yo veo, con los riesgos que conlleva el ser tan directo, que Arnedo hace caso cumplido. Y lo hace, insistimos, para librar del olvido a aquellas personas y cosas que considera que deben recordarse para urdir el carácter peculiar de una comparsa.

La Fiesta de Moros y Cristianos, lo hemos manifestado en alguna ocasión, cumple en las poblaciones donde se celebra, y más en aquellas como en Villena donde es centenaria, una función social importante al inmortalizar a determinados individuos que por hache o por be han destacado en alguna faceta relacionada con las mismas. Ciertamente no es siempre tarea de premio Nobel lo que normalmente se reconoce en el ámbito festero, pero sí suelen aparecer virtudes incardinadas en personajes que repercuten positivamente en la convivencia colectiva. Y esto es bueno para la ciudadanía. Y por ello es bueno que se reconozcan estos valores. Arnedo lo hace con creces en sus trabajos.

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