Escena 1
- No tengo ni puñetera gana de ponerme a escribir hoy.
- ¿Y qué vas a hacer? ¿Vas a procrastinar como un oso?
- No. Solo tengo que encontrar la manera de que no me afecten las cosas que leo.
- Eso va a ser difícil.
- Sí. Cuando he echado mano de las noticias locales, todas hacían referencia al finde medieval en el casco antiguo: patrones que se repiten un año tras otro, que naturalmente mejoran por el uso, que traen consigo el excesivo afán de protagonismo y que no está tan mal.
- Se nota mucho que no te gustan las Fiestas del Medievo.
- Me dan igual, aunque eso no tiene mucha importancia.
- ¿Eso crees?
- Sí. No es que me guste el pampaneo, pero teniendo en cuenta la superficialidad imperante en casi todos los aspectos de nuestra vida, solo son unas fiestas predecibles, con actos predecibles, actuaciones predecibles y hasta chistes predecibles.
- ¿Chistes predecibles?
- Sí.
- ¿Medievales?
- Sí.
- ¿Sabes alguno?
- Sí.
- ¿Me cuentas uno?
- No.
- ¿Por qué no?
- Porque soy muy malo contando chistes.
- Yo creo que no.
- No lo voy a hacer, no insistas.
- Vale.
- El caso es que, al margen del medievo y de los eventos deportivos que, con mejor o peor suerte han disputado seres de nuestra localidad, no hay nada que me llame la atención.
- ¿Ni para criticarlo?
- Ni para criticarlo.
- ¡Válgame Dios!
- Esa expresión es muy medieval.
- ¡Tonto!
- Lo sé. Lo peor es que, cuando me he puesto a ver las noticias nacionales, se me ha puesto bastante mala hostia.
- ¿Y eso?
- Porque no entiendo nada de nada.
- Trata de explicarte…
- Vamos a ver: ahora tenemos un gobierno chupiguay, el más chupiguay de todos los gobiernos chupiguays. Un gobierno de progres para la gente de a pie. Eso está muy bien, aunque creo que hacen demasiado hincapié en cuestiones que se pueden resolver con normalidad, como el lenguaje inclusivo frente a la economía del lenguaje.
- Vale.
- Pues parece ser que, para seguir gobernando, tienen que ir… a ver cómo digo esto en horario infantil… tienen que ir comiéndole la p***a a unos señores de corbata, muy burgueses ellos, que hace unos años quisieron hacer una revolución burguesa en una de las comunidades autónomas del Reino, con la fatua intención de independizarse de España (cosa que yo haría sin pensármelo dos veces, aun sin tener las poderosas razones fiscales que mueven a estos seres humanos encorbatados, con cuentas en paraísos fiscales).
- Eso ha sonado un poco raro.
- No te creas: precisamente son los democristianos catalanes (los fachas de Cataluña) los que más movieron el ajo. Pero no acaba ahí la cosa. Para conseguir que la actual legislatura no sea un páramo de crispación, los del Ejecutivo se han sacado una Ley de Amnistía que absuelve a nosequién y a nosecuántos.
- ¿A quién?
- No sé. Aquí he dado varias cabezadas de aburrimiento. Lo de las amnistías a los delincuentes con corbata no es nuevo. Ya las hicieron Rajoy y Felipe González. Todos sabemos también que la Justicia Española tiene por costumbre esperar a que prescriban ciertos delitos para que el facineroso salga indemne. Lo que viene siendo Spain, you know.
- Lo entiendo.
- Por contra, el adalid del buen españolismo y gran héroe de masas Albertito Núñez-Feijóo, ha decidido llamar a los presidentes de las comunidades autónomas gobernadas por el PP, a la sazón, apoyadas muchas por los flipaos de VOX (a los que los populares, en palabras de Mazón, les comen la p***a para mantener los gobiernos peperianos en seis comunidades autónomas), para crear una especie de Gobierno Paralelo al de Madrid.
- ¡Vaya!
- Confabular de esta manera no lo consideran traición a España, según parece.
- Esto recuerda al 193…
- Sí, lo sé. Y también sé cómo solemos los españoles enfrentar ciertos problemas.
- ¡Qué miedo!
- El caso es que, por una parte, los fachas y los progres se están jugando la estabilidad del pueblo al tute y por otra, las hienas como Florentino Pérez o Juan Roig siguen sacando provecho de cualquier movimiento, sea para el lado que sea.
- ¡Joder!
- Así, el IVA de la factura de la luz, seguramente se dispare de nuevo al 21% y, los españolitos de a pie, en lugar de enarbolar palos, horcas y teas y cagarnos en las tripas de los que juegan con nuestra economía familiar de este modo tan sibilino, lo asumiremos para poder ver la nueva temporada de La casa de Papel en el Netflix. Un asco, vamos.
- Eso parece.
- Sí.
- ¿Y no hay nadie que haga nada al respecto?
- Bueno, en teoría tenemos un Rey, pero su familia está de mierda hasta el cuello, por lo que se preocupa más de controlar a quién se ha tirado su mujer y de que las movidas de su padre, sus hermanas y sobrinos no salpiquen a la Corona, que de los asuntos propios de la Corona: controlar que las cosas no se vayan de madre.
- Pues no sé qué decirte, chico.
- Nada. Pero todo esto me quita las ganas de exponerme a los lectores.
- ¿Exponerte?
- ¡Buah! ¡Eso es otra! La gente se ha acostumbrado a dar su opinión sin tener que dar la cara. Así surgen licenciados que, bajo pseudónimo, se dedican a salpicar todas las publicaciones que pillan para dejar su impronta, pero con la cobardía de no hacer público su verdadero nombre y con el oportunismo de aprovechar las publicaciones de otros para hacer saber sus opiniones.
- Ya…
- El panorama es bastante desolador.
- ¿Y qué vas a hacer?
- Pues no sé. Quizá bajar al bar y tomarme un buen tinto de verano con mi mujer, a ver si se me pasa el mal cuerpo que se me ha puesto.
- Eso está bien.
- ¿Y tú? ¿Qué vas a hacer, Martin McFly?
- Pues… pensaba en darme una vuelta por 1955 para salvar a mi familia y eso, pero se me ha cortado el rollo. En un momentico pillo el Delorean y me vuelvo a casa.
- Lo siento, tío.
- No te preocupes.
- ¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor?
- ¿Me cuentas un chiste medieval?
- No.
- ¡Plis, plis, plis, plis!
- ¡Vaaaaaaale! Se sientan unos caballeros medievales en un bar y uno de ellos levanta dos dedos y grita: Mesonero, cinco cervezas.
- Es muy malo, tío.
- Es medieval.
- Oye, ¿no sale Avelino en este capítulo?
- No. No quiero mezclarlo con tanta lindeza.
- ¿Y qué canción vas a poner?
- Esta.