De recuerdos y lunas

Cambalache

Este domingo próximo, domingo veintisiete de mayo, hará, desde 1420, quinientos ochenta y siete años, casi seis siglos –más de medio milenio–, que en el Concejo de Elche se daba noticia de una carta de los Jurados de Villena. En esta carta, los de Villena acusaban recibo de la misiva que el propio Concejo ilicitano les había enviado "en lo que toca al sacar agua del río Xúquer". Los de Elche, conscientes de que la escasez de aguas en su territorio era endémica, demandaban contra su sed un trasvase desde el río valenciano. Para su ejecución y desarrollo, el Concejo de Elche solicitaba permiso a las villas castellanas de Chinchilla y Villena para que la conducción de las aguas pudiera atravesar sus términos. Permiso que se le concedió. Este es, que conozcamos documentado, el primer testimonio de proyecto para trasvasar aguas desde el Júcar al Vinalopó. ¡En 1420!

Pero el trasvase Júcar-Vinalopó se ha revelado en nuestra historia, y siempre por oposición de Valencia, como un "Vuelva usted mañana" laberíntico hasta desembocar en el corrompido proyecto actual que, al mudar la toma, ha traicionado los principios de los anhelos centenarios. Porque salvo el proyecto de 1992, cuajado por la sed en los ochenta, que pretendía un trasvase desde la desembocadura por la costa –por las Marinas– hasta Alicante, finalmente descartado por la mala calidad de las aguas, los diferentes proyectos, el de 1420, el de Emilio Jover (1847), el de Juan Bautista Peyronet (1857), el de Rafael Santonja (1879), el posterior a la Guerra Civil recogido en el "Plan General de Riegos para la provincia de Alicante", así como otros proyectos como el "Anteproyecto General Técnico del Trasvase de Aguas del Río Júcar a las cuencas comprendidas entre los ríos Serpis y Vinalopó" (1965), hasta el penúltimo previsto desde Cortes de Pallás (1997), siempre buscaron las aguas donde eran puras y definieron el trazado que dictaban, por gravedad, la razón y la economía. Incluso el, por su recorrido, menos viable de 1994, proyecto no publicado y sólo anunciado, preveía, no obstante, tomar las aguas en Alarcón, provincia de Cuenca. Así, nunca se quiso, salvo en 1992 y ahora, el agua desde la desembocadura.

Pero el sino en esta legislatura parece ser el cambiar agua por sed. O por otras cosas. El otro día, mismamente, Rodríguez Zapatero en Valencia. Porque el Presidente hizo cambalache mitinero del "Agua para todos" por "Fórmula 1 para todos" y... Prefiero un embalse lleno de agua y trasvases, que entre neumáticos y ruidos, chupar rueda. Pero antes que Zapatero, fue parecido por nuestra alcaldesa, porque Vicenta Tortosa Urrea, ya lo dijimos en su momento, se fue a Bruselas a cambiar un botijo por un orinal. Si las aguas que venían desde Cortes servían para beber, las aguas del Azud de la Marquesa no sirven porque están podridas. Los dichosos informes que Marugán se trajo de la Universidad de Alicante con los que Enric Pastor se abanicaba en el pleno de los Inocentes, no dicen nada de coliformes, no dicen nada de bacterias fecales, porque sólo dicen lo que quieren decir.

Las aguas del Azud, donde mueren los peces y nuestras esperanzas, no preservarán de la sobreexplotación a los acuíferos del Alto Vinalopó. Porque el trasvase desde Cullera no solucionará la demanda de agua potable que será necesaria. El trasvase desde el Azud será un cáliz amargo que nos tocará sorber hasta las heces. Heces que tendremos embalsadas en los Alhorines a granel y que podremos repartir por toda la provincia y comarcas aledañas. Por goteo, por aspersión, a manta.

Y, con generosidad, será una fiesta.

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